Capítulo 170
El auto deportivo de Alberto se acercó repentinamente, intentando hacer retroceder a Raquel.
Sin embargo, Raquel enfrentó el desafio con valentia, y la mitad derecha del auto rozó la pared, produciendo chispas que brillaron a lo largo del camino. De inmediato, el auto derrapo y alcanzó a Alberto.
Era realmente impresionante como manejaba su auto de carreras.
Alberto la observaba mientras una suave brisa acariciaba su rostro. Su largo cabello negro v lacio se desplegaba con gracia en el aire, y algumas hebras se enredaban en su rostro blanco como la nieve y en su delicado cuello, lo que la hacía aún más deslumbrante.
Con sus gafas de sol, Raquel lo miró lentamente y le mostró el dedo medio.
¡Maldita sea!
Bah
Una risa baja y áspera salió sin esfuerzo de la garganta de Alberto. El verla en este estado le provocaba una picazón en el corazón.
Era una sensación irresistible.
En su mente, Raquel siempre había sido una chica del campo, que lo rodeaba, siempre
metiéndose en problemas.
Pero en ocasiones, su astucia al enfrentarse a los villanos, su capacidad de lucha cuando jugaban juntos, y ahora, con su arrogante actitud al conducir su auto de carreras, todo eso despertaba su deseo.
No sabía cuál era la verdadera Raquel.
Era como un enigma.
Ya había comenzado a atacar, ya que, según él, “quien viene a mí debe corresponder“. Raquel vio un obstáculo adelante y, de inmediato, giró el volante intentando hacer retroceder a
Alberto.
Pero él písó el acelerador y, aprovechando la pendiente descendente, realizó un derrape y se deslizó como una flecha justo al lado de Raquel
Raquel levantó la mirada hacia Alberto, y él, viéndola, levantó ligeramente los hombros en señal de indiferencia.
Raquel sonrió, sus ojos brillando con una sonrisa llena de coquetería y desafío,
Capitulo 170
Era un encuentro entre iguales.
Velocidad y adrenalina.
Siempre dejando una sensación de emoción y euforia.
Los dos autos deportivos continuaron corriendo lado a lado, formando una de las vistas más espectaculares.
Ramón, que iba en el asiento del copiloto, gritó emocionado: ¡Raquelita! No puedo creer que manejes tan bien. Alberto debe estar sorprendido. Nunca había tenido un rival hasta que llegaste tú.
Raquel sonrió.
-Pero Raquelita, estamos cerca de la meta. Aún no has decidido quién ganará, y parece que no podrás obtener la habitación Suite Sol y Mar.
Raquel miró hacia la meta y respondió: -No te preocupes, alguien me ayudará.
¿Ayuda?
¿Quién?
Ana, que iba en el asiento del copiloto, observaba cómo Raquel manejaba tan bien, hasta el punto de igualar a Alberto. Se sentía tan disgustada que casi vomitaba sangre.
¿Cómo era posible?
¿Raquel era del campo, no?
¿Por qué sabía manejar tan bien?
¿Por qué brillaba tanto?
Ana miró a Alberto, y vio que en sus ojos solo había espacio para Raquel. Las carreras siempre habían sido su hobby, ¿quién no se enamoraría de alguien tan talentoso?
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