Capítulo 183
Raquel sintió un amargo sabor en el corazón. -Sé que el presidente Alberto me odia.
Ramón quiso decir algo, pero al final se quedó callado. -Raquelita, quédate aquí esperando. Yo iré al garaje a traer el auto.
Raquel asintió. -Está bien.
Ramón se fue.
Raquel permaneció sola, esperando. En ese momento, una figura apareció detrás de ella.
Era Alberto.
Alberto también había bajado, llevaba un abrigo negro delgado, con una presencia distinguida, pero fría.
Lo miró a Raquel, quien tenía la cabeza agachada, observando la punta de sus zapatos, como si estuviera absorta en sus pensamientos.
Alberto apretó ligeramente los labios, apartó la mirada y se dio la vuelta para irse.
Justo en ese momento, Odalio y sus hombres llegaron rápidamente. Odalio vio al instante la delicada y cautivadora figura de Raquel.
Odalio sonrió. —¡Es ella! No esperaba que fuera una belleza celestial.
Los hombres de negro se entusiasmaron. -Odalio, esta belleza es aún más hermosa que las prostitutas de lujo que encontramos para los hermanos.
-Miren su piel, su rostro, su figura. Todos queremos tenerla bajo nosotros.
-Odalio, ¿por qué no la llevamos con nosotros y la disfrutamos como se debe?
Odalio observó a Raquel, y aunque también se sintió tentado, su razón prevaleció. Raquel había descubierto su relación secreta con la cuñada, y la boca de un muerto es la más segura.
-No arruines mis planes. Esta belleza no puede quedarse. ¡Ve tú!
Odalio miró a uno de sus hombres de negro, quien asintió y rápidamente sacó un cuchillo afilado de su cintura, dirigiéndose hacia Raquel.
Alberto ya casi se había alejado, pero de repente se giró y vio a Odalio acercándose con sus hombres. Además, uno de los hombres de negro llevaba un cuchillo, avanzando rápidamente hacia Raquel.
Sus zapatos de cuero negro resplandecieron al detenerse bruscamente. Su cuerpo reaccionó antes que su mente, y maldijo entre dientes. Rápidamente dio media vuelta y corrió de
Capitulo 183
regreso.
El hombre de negro se acercaba cada vez más a Raquel. Si lograba apuñalarla sin que ella se diera cuenta, Raquel estaría muerta.
El hombre de negro levantó el cuchillo y lo apuñaló hacia Raquel.
Pero, de repente, una mano firme y de nudillos marcados se estiró y atrapó el cuchillo antes de que pudiera alcanzar a Raquel.
El hombre de negro se sorprendió. ¿Cómo podía alguien detener un cuchillo con las manos desnudas?
Miró a Alberto.
Alberto había detenido el cuchillo con la mano, y la hoja afilada cortó su palma, causando una profunda herida.
La sangre comenzó a gotear.
Este cambio inesperado sorprendió al hombre de negro, quien ahora se encontraba sin el cuchillo. Alberto le dio una patada en el pecho.
El hombre de negro voló varios metros hacia atrás, escupiendo sangre.
Odalio vio a Alberto, y su rostro se transformó. Ordenó a sus hombres: -¡No dejemos a nadie
con vida!
-¡Sí, señor!
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