Capítulo 185
Pero ella no lograba entender cómo Odalio la había reconocido.
Ahora que veía esa foto, todo quedó claro. Sorprendida, levantó la mirada hacia Ana. -Ana, ¿le diste esta foto a Odalio?
En los ojos de Ana brilló una sombra de tristeza y decepción. ¿Por qué Ramón estaba protegiendo a Raquel?
¿Por qué no fue Raquel quien murió?
Ahora que la foto había sido descubierta, el rostro de Ana cambió al instante.
Alberto tomó la foto de las manos de Raquel. Dos segundos después, levantó la mirada y fijó
sus fríos ojos en Ana.
Su mirada era helada y feroz, como una cuchillada.
Ana sintió miedo y rápidamente lo negó. -¿Qué foto? ¡No entiendo lo que dices! Raquel, sé que estás preocupada por Ramón porque está herido, pero no puedes venir aquí a hacer
acusaciones sin fundamento.
Raquel soltó una risa fría. —Ana, mírate bien esta foto. ¡Eres realmente tonta!
Ana miró la foto y, al instante, se sorprendió. En ella aparecía su teléfono celular.
¡Qué desastre! Se había olvidado de eliminarlo.
El hecho de que había enviado la foto a Odalio había quedado al descubierto.
Ana levantó la vista hacia Alberto, quien la miraba con unos ojos tan fríos como un abismo, observándola de manera peligrosa.
Nunca antes la había mirado así.
Ana temía y comenzó a explicarse apresuradamente. -Alberto, no es lo que piensas, tú… tú tienes que escucharme, yo…
-¿Qué es lo que hay que explicar?-Raquel la interrumpió de inmediato, furiosa, con los ojos llameando de ira —¡Ana, no puedo creer lo que has hecho, eres tú la asesina!
Dicho esto, Raquel extendió la mano para agarrar a Ana.
Ana, aterrada, rápidamente se escondió detrás de Alberto. —Alberto, tengo miedo, jayúdame!
Raquel no pudo alcanzar a Ana porque Alberto se interpuso entre ellas, protegiéndola.
Raquel miró al hombre frente a ella. -¿Vas a proteger a Ana? ¡Ella casi mata a Ramón!
Capitulo 185
Raquel seguía temblando de ira, con sangre de Ramón en las manos y en el rostro. Ramón aún estaba en la sala de urgencias, ¡Ana era la culpable!
¡Ana quería matarlo!
¡Ana casi mata a Ramón!
Pero ahora Alberto la protegía, sin importar lo que Ana hubiera hecho, él siempre la iba a
proteger.
Los ojos de Raquel se enrojecieron, pero su mirada se mantenía fría y decidida mientras observaba a Alberto.
Alberto la miró y bajó la voz. -Raquel, no puedo entregar a Ana, no puede involucrarse en
esto.
Ana, detrás de él, esbozó una sonrisa arrogante y triunfante hacia Raquel.
¡Pum!
Raquel levantó la mano y le dio una bofetada a Alberto.
El sonido claro de la bofetada resonó por el pasillo del hospital, y Alberto desvió el rostro por
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