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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 202

Capítulo 202

Alberto se detuvo y se giró para mirar a Ana.

Ana también había inhalado la Fragancia Afrodisíaca, y el calor la envolvía. Su delicado rostro ya estaba teñido de un rojo intenso. Mordía sus labios carmesíes mientras miraba a Alberto con una expresión cargada de deseo.

María continuó: -Presidente Alberto, en este momento Anita te necesita. No puedes dejarla sola, ¿verdad?

Alberto miró a Ana, pero no dijo nada.

En ese instante, Ana apartó las sábanas y bajó de la cama. Se lanzó directamente a los brazos de

Alberto.

Alejandro y María intercambiaron una mirada de satisfacción antes de volver a cerrar la

puerta.

El delgado tirante de la prenda de Ana ya se había deslizado por su delicado hombro derecho. Su belleza frágil y su dulzura la hacían aún más irresistible. Con los ojos llenos de admiración, miró a Alberto y susurró: -Alberto, yo sabía que la persona que más amas sigo siendo yo.

Mientras hablaba, rodeó su cuello con sus pequeñas manos y se puso de puntillas para besar sus labios delgados.

Pero no lo logró. Alberto esquivó.

Ana se quedó rígida por un instante y volvió a intentarlo, pero Alberto la evitó nuevamente.

Él extendió la mano y la apartó con firmeza. —Ana, espero que esta sea la última vez. No vuelvas a jugar conmigo con trucos tan sucios. De lo contrario atente a las consecuencias.

Esa última frase, pronunciada con un tono ligero y burlón, hizo que el rostro enrojecido de Ana se volviera pálido de inmediato.

Era una advertencia clara para la familia Pérez.

Alberto la apartó y se marchó.

¿Se iba a ir?

En un momento como este, ¿realmente iba a dejarla atrás? ¿Qué se suponía que debía hacer ella ahora?

Ana lo abrazó por detrás. —¡Alberto, no te vayas! Te necesito.

¡Ana, suéltame!

-¡Hermano!

De repente, Ana pronunció la palabra hermano.

Esa palabra hizo que los pasos de Alberto, que ya se dirigían a la puerta, se detuvieran bruscamente.

Ana curvó los labios en una sonrisa astuta. No importaba el momento, esa palabra siempre lograba atraparlo.

Era su punto débil.

Ana se movió al frente y, con un empujón, hizo que Alberto cayera sobre la cama.

-Hermano¿acaso ya no me quieres?

Los músculos de Alberto se tensaron con furia, pero simplemente no podía rechazarla.

Ana inclinó la cabeza v selló sus labios con los de él

y

2/3

Raquel había regresado al hospital y se encontraba en la habitación VIP acompañando a

Ramón.

Ramón tenía un asunto de negocios que discutir con Alberto, así que sacó su teléfono. —Voy a

llamarlo.

Marcó el número de Alberto, pero nadie contestó.

Intentó dos veces más, pero seguía sin respuesta.

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