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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 208

Capítulo 208

Alberto ni siquiera sabía qué estaba esperando. De alguna manera, había fantaseado con que

ella vendría.

-Después de que la señora entrara en la habitación del hospital, solo seguí sus órdenes, presidente, y encontré a una joven pura para que viniera.

Esa persona era Nahia.

El rostro de Alberto permanecía impasible. -Entendido.

Entró al baño y se duchó con agua fría.

El agua helada caía sobre su cabeza mientras cerraba sus ojos afilados y dejaba que el líquido recorriera su piel.

En su cuerpo quedaban varias marcas de arañazos, y en su hombro, una profunda mordida. Durante un instante, pensó que todas eran de Raquel.

Pero no.

La noche anterior no había sido más que un sueño.

Había tenido un sueño febriluno en el que estaba con Raquel.

Pero ella nunca apareció.

Y él terminó acostándose con su compañera.

Alberto se frotó la piel con fuerza, como si pudiera borrar las huellas que habían quedado en su

cuerpo.

Con un golpe seco, estrelló su puño contra la pared.

Nahia ya estaba vestida y esperaba a Alberto en el estudio.

No tardó en entrar. Se había duchado y llevaba puesta una camisa blanca impecable con un pantalón de vestir negro. Su rostro afilado no reflejaba ninguna emoción. Había recuperado su elegancia gélida de siempre, aquella distancia y frialdad que lo envolvían como una armadura.

El secretario Francisco habló: -Presidente.

Alberto se sentó en su silla ejecutiva y levantó la mirada hacia Nahia. Aquí tienes un cheque. Tómalo y márchate.

El secretario Francisco le extendió el cheque a Nahia.

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Ella lo miró. La cantidad de ceros era deslumbrante.

Pero Nahia no lo tomó. -Presidente Alberto, no quiero dinero.

¿No quería dinero?

Los labios de Alberto se curvaron en una sonrisa helada. Su voz profunda y magnética sonó completamente carente de emoción: -Esto fue solo un trato. ¿No eres la que vende su cuerpo? Si no quieres dinero, ¿acaso pretendes hablarme de sentimientos? No me digas que te has enamorado de .

El rostro de Nahia palideció. Sabía que él era un hombre frío, pero no imaginó que pudiera serlo tanto.

Desde su pedestal, la miraba con desprecio, despojándola de cualquier ilusión, triturando su dignidad hasta convertirla en polvo.

Y aun así, era imposible no sentirse atraída por él.

-Presidente Alberto, que no le gusto y no tengo segundas intenciones. No quiero dinero, pero quiero entrar en Espectáculo Max, bajo el grupo Grupo Díaz. Estudié actuación y quiero que me brinde los recursos necesarios para convertirme en una gran estrella.

Alberto la miró con indiferencia. De acuerdo.

De acuerdo.

Había aceptado.

Después de todo, para él, hacer famosa a una persona era tan fácil como mover un dedo.

Y siempre era generoso cuando se trataba de cerrar un trato.

El secretario Francisco continuó: –Señorita Nahia, muy pronto alguien de Espectáculo Max la contactará para discutir su contrato. Luego tendrá acceso a programas de variedades, proyectos cinematográficos, moda y otros recursos de alto nivel. Además, un equipo de primera categoría se encargará de construir su imagen y lanzarla al estrellato.

Los ojos de Nahia brillaron de emoción. Esto era todo lo que siempre había soñado.

Finalmente, lo había conseguido.

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