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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 220

Capítulo 220

El secretario Francisco detuvo el auto de lujo.

Alberto miró a Nahia a su lado. -Baja.

Le ordenó que saliera del vehículo.

La dejó a medio camino.

Nahia bajó del auto y este aceleró rápidamente, dejando tras de una nube de gases de escape.

Nahia, furiosa, golpeó el suelo con el pie.

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Raquel ya había llegado a la antigua casa de la familia Díaz. Estaba sentada en el sofá del salón,

conversando con doña Isabel.

Pronto, la puerta principal de la casa se abrió y una corriente de aire frío, que llevaba consigo una figura elegante y erguida, entró: Alberto había regresado.

La sirvienta lo saludó respetuosamente. -Señor Alberto.

Alberto se quitó los zapatos en el vestíbulo y, alargando sus largas piernas, se adentró en el salón. Al ver a Raquel, se quedó en silencio.

No se habían visto desde aquel día en la enfermería de la escuela. Raquel había perdido peso, estaba más delgada, y su pequeña cara, que antes era de una belleza delicada, ahora parecía aún más fría y etérea.

Había venido directamente de la escuela, llevaba su uniforme escolar: una camisa blanca, una falda corta de cuadros, con un abrigo encima, y su largo cabello oscuro recogido en una coleta alta. Su aire juvenil de estudiante universitaria era evidente.

Alberto la miró, pero no dijo nada.

-Alberto, ya volviste. Vamos a cenar.

Los tres se sentaron en el comedor. doña Isabel ocupaba el asiento principal, mientras que Alberto y Raquel se sentaban frente a frente.

La sirvienta sirvió una sopa caliente para Alberto. Este probó un sorbo, frunció el ceño y preguntó: -Abuela, ¿qué es esta sopa?

Doña Isabel sonrió y respondió: -Es caldo de res, para que te pongas fuerte.

Alberto hizo una mueca.

Capitulo 220

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-Alberto, ¿recuerdas lo que te dije la última vez? Ya no eres un niño. Debes darle un hijo a Raquelita. Bebe rápido esa sopa, esta noche quiero abrazar a mi bisnieto.

Alberto miró a Raquel.

Raquel levantó sus ojos, claros como el agua, y lo miró por un momento. Luego, dijo: Abuela, tengo que volver a la escuela esta noche.

Doña Isabel se sorprendió. -Raquelita, ¿no vas a quedarte a dormir, aunque sea una noche? Has venido después de tanto tiempo.

-Abuela, estoy muy ocupada con los estudios.

Doña Isabel puso un trozo de carne en el plato de Raquel, con una expresión de preocupación. -Raquelita, te has adelgazado mucho últimamente. Después de la cena, Alberto te llevará de vuelta a la escuela.

Alberto observó a Raquel. Ella no dijo nada más, sus largas pestañas caían suavemente, mientras con elegancia cortaba la carne y tomaba un pequeño bocado.

Alberto pensó que esa noche Raquel estaba muy callada, y esa quietud le causaba una sensación de dolor.

Después de la cena, Raquel se preparó para irse. Alberto tomó las llaves del auto y la acompañó

afuera.

Cuando se acercaron, Raquel notó el perfume de Alberto. Era un aroma dulce, como duraznos maduros. Era el perfume que Nahia usaba.

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