Capítulo 221
El rostro de Alberto se volvió gélido en un instante. Ella, por el hecho de que él aún recordara que había tomado la píldora anticonceptiva por Ramón, lo había estado ignorando todo este tiempo, pensando que quería distanciarse de ella, cortarlo todo.
Pero hoy ella decidió regresar a la casa familiar para cenar, y él pensó que era una forma de suavizar las cosas. ¿Y qué fue lo que dijo ella?
Dijo: Alberto, quiero divorciarme de ti.
Y añadió que ya no podía esperar ni un día más.
¿Acaso pensaba que él tenía un carácter fácil?
Alberto la miró con la frialdad de una espada y, sin dudarlo, la agarró del delicado brazo. — Raquel, ¿entonces vienes esta noche solo para hacerme sufrir, verdad?
Raquel, por reflejo, soltó su mano con un brusco movimiento. -¡No me toques con tus manos sucias!
¿Qué dijo ella?
Raquel levantó la cara, encontrando la mirada sombría y torva de él, y, palabra por palabra, le dijo: Alberto, eres lo más sucio que he visto.
Ya no podía soportarlo más,
Las venas de su frente se marcaron con fuerza. Alberto la miró con furia, y, de un solo movimiento, apreto su delicado cuello y la empujó contra el lujoso auto Rolls–Royce Phantom.
Raquel, ¿es que te has cansado de vivir?
Raquel sintió que se estaba ridiculizando a sí misma. ¿Cómo había podido pensar que él sentía ni una pizca de cariño por ella?
No, ni siquiera eso.
Yademás, la habia humillado aún más.
Esa noche le entregó su virginidad, y aunque él se comportó de manera cruel con ella, ¿cuánto tiempo había pasado desde entonces? ¡Y ahora resulta que la está manteniendo y se ha convertido en el jefe que está detrás de Nahia!
Con tantas mujeres por ahí, ¿por qué ella? Raquel se sentía completamente repulsada.
Sus ojos claros se llenaron de lágrimas, pero ella no mostraba miedo alguno mientras enfrentaba a este hombre frente a ella. -Alberto, aunque me mates, seguiré pensando que eres un asco. Mañana mismo nos divorciamos. ¡Y no quiero ese puesto de señora Díaz!
Capitulo 221
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Alberto estaba realmente furioso, su pecho se elevaba y caía con rapidez, sus ojos oscuros reflejaban una fría tormenta.
¿Ella lo encontraba sucio?
Él nunca la había considerado a ella como algo sucio. ¿Cuántos hombres había tenido ella?
Con toda su ira y malicia reprimida, Alberto la miró fijamente y le preguntó: -¿Dónde me ves sucio? Explica bien lo que estás diciendo.
-¿Nunca estuviste en la cama con Nahia?
Al mencionar el nombre de “Nahia“, el cuerpo de Alberto se tensó por completo. ¿Sabía ella? Resulta que sí.
Ella había descubierto la verdad.
Él acababa de advertirle a Nahia que no quería que Raquel lo supiera.
En el fondo, no sabía bien lo que sentía, solo sabía que no quería que ella se enterara de que había estado con su amiga.
Nunca pensó en cómo reaccionaría, y mucho menos imaginó que Raquel le hablaría con tal
firmeza llamándolo sucio.
Alberto soltó su cuello, tomó su delicado mentón y, forzándola a mirar hacia arriba en una postura de admiración, se burló: -¿No es esto lo que querías? ¿No me pediste que fuera a buscar a otras mujeres?
¿A qué se refería con eso?
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