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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 290

Capítulo 290

La relación entre las chicas es simple: se basa en el intercambio sincero de corazones.

Temo que en esta vida, Camila y Ana nunca lleguen a ser amigas.

Alberto se levantó de la cama y, desde el baño, sacó una toalla tibia que colocó suavemente sobre la herida de Raquel.

Con un poco de calor, ella se sentirá mucho mejor.

Alberto volvió a acostarse en la cama. En ese momento, su celular vibró. Era un mensaje de WhatsApp de Ana.

Ana envió una foto: lencería erótica de la pasarela de la estrella.

Ana preguntó: -¿Te gusta?

Ana le preguntó si le gustaba o no.

Después de esta reconciliación, Ana se comportó mucho más tranquila y comprensiva frente a él, ya no era tan mimada como antes. Él podía notar que Ana trataba de agradarle y deseaba avanzar en su relación con él.

Ambos ya eran adultos maduros; había cosas que no se decían abiertamente, pero ambos lo

entendían.

Alberto estaba por responder el WhatsApp cuando, de repente, un cuerpo pequeño y suave rodó hacia él, llegando hasta su pecho.

Alberto se detuvo y miró hacia abajo. Raquel ya estaba en sus brazos.

Camila dormía en el lado más alejado. Al volverse, se llevó consigo toda la manta, dejando a Raquel sin cobijo, quien sintió frío y, buscando calor, rodó hasta llegar a él.

El cuerpo de Alberto se tensó un poco. En ese momento, Raquel, aún en sueños, levantó la manta que lo cubría y se metió directamente en su cama.

Ambos compartían la manta. Su pequeña cabeza descansaba sobre su cálido pecho mientras seguía durmiendo.

La garganta de Alberto se tensó y, en voz baja, la llamó:-RaquelRaquel

Raquel en sueños arrugo la cara y murmuró:-¡Qué ruido! ¡No hagas ruido!

Alberto estaba sin palabras.

En ese momento, las pequeñas manos de Raquel comenzaron a moverse inquietas. Sus manos bajaron lentamente, metiéndose por el borde de su ropa, hasta que tocó sus músculos

Capitulo 290

abdominales, en su estrecha cintura.Qué calor

Sus manos estaban algo frías, por lo que se metió bajo su ropa buscando calor.

Alberto, de inmediato, sujetó sus manos para evitar que siguiera tocando.

¿Qué estaba haciendo?

Sus manos estaban provocando, y Alberto sintió como si su espalda se adormeciera.

Después de todo este tiempo separados, él había comenzado a ser más tranquilo, indiferente, incluso ante los coqueteos insinuantes de Ana.

Pero ahora, cuando ella tocó, un torrente de recuerdos y escenas de pasión desenfrenada vino a su mente. Nunca la había olvidado.

Ya estaban divorciados.

La persona a la que debía cuidar era a Ana.

Alberto cerró los ojos varias veces, luchando por reprimir el deseo que sentía. No iba a caer en las provocaciones de Raquel, no volvería a la cama con ella.

Afortunadamente, Raquel no se movió más, sintiendo que estaba durmiendo en un calentador, muy cómoda.

Ya había caído en un sueño profundo.

Alberto intentó apartarla, pero cada vez que se movía, ella se aferraba más a él, por lo que

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