Capítulo 291
¡Pum!
En medio de su sueño, Alberto rodó de la cama y despertó de golpe.
No podía creer que lo hubieran pateado fuera de la cama. Miró a Camila, serio y molesto. —¡ Sofía, ¿qué estás haciendo?
Camila, con las manos en las caderas, le respondió: -Primo, ya te divorciaste de Raquelita. ¿ Quién te dio permiso para dormir abrazado con ella?
Alberto, aún medio dormido, tenía el rostro serio, pero las palabras de Camila lo dejaron inmóvil por un momento.
¿Acaso había dormido abrazado a Raquel?
-¡Hace un momento tenías la mano sobre el hombro de Raquelita, la abrazaste con tanta fuerza! ¡No lo voy a permitir! Si quieres abrazar a alguien, ¡mejor ve y duerme con Ana! ¡A partir de ahora, otros hombres serán los que duerman abrazando a Raquelita!
¡Otros hombres abrazando a Raquelita!
Alberto contuvo la respiración y, con tono autoritario, gritó:-¡Cállate!
El ruido había despertado a Raquel. Ella se incorporó, frotándose los ojos somnolientos. Camila, presidente Alberto, ¿ya están despiertos?
Alberto la miró por un momento. Raquel, con la piel blanca y ligeramente sonrojada, no entendía lo que había pasado. Estaba perdida, con una expresión inocente, mirándolo sin
malicia.
¡Todo era culpa de ella!
¡La que había actuado con tanta insistencia la noche anterior fue ella!
—
Antes de quedarse dormido, él no la había abrazado, pero mientras dormía, la abrazó sin darse
cuenta.
Sofía lo vio y lo pateó fuera de la cama.
Pero ella, la culpable, no tenía idea de lo que sucedía. Alberto la miró fríamente, suspiró y se dirigió al baño.
Alberto se lavó la cara con agua fría. En ese momento, escuchó las voces de las dos chicas fuera.
Raquel, confundida, le preguntó:-¿Qué le pasa al presidente Alberto? ¿Por qué está tan
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molesto tan temprano?
Camila respondió:-No sé, parece que comló pólvora o algo así.
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Raquel se encogió de hombros. -Bueno, el presidente Alberto tiene dinero. Si quiere enojarse, que lo haga.
Las dos chicas se rieron entre ellas.
Alberto, desde el baño, no sabía qué hacer.
¡Estaba furioso!
¡A punto de estallar!
Alberto dejó a Raquel y Camila frente a la Universidad del Futuro y, pisando el acelerador, se alejó rápidamente.
Raquel y Camila no parecían enojadas, todo lo contrario, se veían de muy buen ánimo mientras entraban al campus.
En ese momento, alrededor de la cancha de baloncesto había una multitud. Alarico estaba jugando.
Con más de 1.80 metros de altura y un look juvenil y atractivo, Alarico esquivó a un rival, saltó y encestó de forma espectacular.
-¡Ahhh!
Las chicas cercanas gritaban y no podían dejar de mirarlo, como si corazones rosas salieran de sus ojos.
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