Capítulo 295
Camila levantó la mano y tocó la puerta con un “toc, toc“.
Poco después, la puerta se abrió, pero no era Héctor quien apareció, sino una muchacha.
La chica observó a Camila con curiosidad. —¿Hermana, buscas a alguien?
Camila supuso que esa debía ser la hermana de Héctor, Fernanda, ya que llevaba puesto el
uniforme de una estudiante de secundaria.
Fernanda era algo delgada, pero llevaba una coleta alta y fresca, vestía de manera ordenada y sus ojos brillaban con una mirada confiada y llena de energía. Tenía algo del carisma de
Héctor.
Camila se sintió atraída por Fernanda de inmediato y sonrió.–Mucho gusto, me llamo Camila. Soy compañera de tu hermano Héctor. Vengo a buscarlo. ¿Está en casa?
Fernanda negó con la cabeza.–Hermana, mi hermano aún no ha llegado.
Tan tarde y aún no ha regresado.
En ese momento, su madre, Juliana, salió de la casa.—¿Eres amiga de Héctor? Pasa, pasa,
siéntate.
Camila observó a Juliana. Ella no podía ver, y su cabello ya estaba mayormente blanco. Sin embargo, Juliana tenía una expresión amable y su voz era suave, lo que la hacía parecer una persona cálida. Seguramente, cuando era joven debió haber sido muy hermosa.
Camila entró.–Tía, buenas tardes.
Juliana la recibió con entusiasmo.–Niña, siéntate aquí, Héctor llegará pronto.
La casa era pequeña, pero muy limpia. Camila notó que sobre la ventana había una botella de agua con algunas flores de gardenia. En ese callejón oscuro, húmedo y sombrío, esa casa parecía un rincón especialmente cálido y brillante.
Mientras observaba, de repente la puerta se abrió con un “crujido” y Héctor llegó.
Héctor era muy alto, 1.88 metros, y al estar en la puerta parecía una figura imponente. Ese día llevaba ropa completamente negra, y su rostro, con líneas marcadas, transmitía una dureza atractiva. Sus ojos oscuros se clavaron directamente en Camila.
Juliana, alegre, exclamó: -¡Héctor; has llegado! Tu amiga vino a verte.
Cuando Héctor entró, percibió la presencia de alguien. Sus fríos y afilados ojos negros se dirigieron directamente hacia Camila.
Capitulo 295
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Camila se levantó de inmediato, comenzando a entender por qué algunas chicas sentían miedo de él y, al mismo tiempo, no podían evitar hablar sobre él a sus espaldas. -Hola, Héctor. Soy Camila, la muchachita a la que salvaste anoche. ¿Lo recuerdas? Vengo a devolverte la ropa y a agradecerte en persona.
Héctor la miró sin mostrar ninguna emoción, luego observó los regalos caros que Camila había traído.- ¿Ya terminaste de hablar? Si ya terminaste, toma tus cosas y vete.
Camila se quedó sin palabras.
Era increíblemente frío, casi distante.
Juliana, rápidamente, reprendió a Héctor:-¡Héctor, qué estás diciendo! Niña, ya te dije que Héctor no es muy cariñoso con las chicas. Justo ahora es hora de la cena, ¿por qué no te quedas a comer con nosotros?
Camila miró a Héctor, ¿en serio no le gustaban las chicas?
No tenía idea de lo mucho que les gustaba.
Fernanda, con su voz alegre, intervino: -Hermano, yo sí quiero a la hermana, ¿por qué no la dejamos quedarse a cenar?
Héctor miró a Fernanda, y en sus fríos ojos apareció un destello de suavidad. Le acarició la cabeza. -¿Tienes hambre? Te haré tu plato favorito, un buen filete.
Fue entonces cuando Camila vio que Héctor llevaba una bolsa con ingredientes. ¿Acaso él sabía
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