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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 314

Capítulo 314

–No imaginé que esta chica prodigiosa fuera tan hermosa, parece una diosatiene talento y

belleza.

-Estoy en problemas, acabo de escuchar el latido de mi corazón por ella.

Las manos de Ana, colgando a los lados de su cuerpo, estaban fuertemente cerradas en puños. Realmente no podía aceptar la realidad: esa Raquel, a quien siempre había menospreciado, resultaba ser la genio que la hacía arder de celos hasta volverse loca.

María también estaba incrédula. No entendía cómo Raquel había terminado en el podio de presentación. ¿No la había mandado al campo?

En ese momento, la gente detrás de ellas empezó a impacientarse. -¡Oigan, ustedes dos, sientense ya! ¡Nos están tapando la vista, no podemos ver a la chica prodigiosa!

-¡Si siguen paradas, vamos a llamar a seguridad para que las saquen!

María, avergonzada, se sentó rápidamente.

Estiró la mano y tiró de Ana. -Ana, siéntate.

Ana se sentó, pero ni siquiera sentía el dolor de tener las uñas clavadas en la palma de la mano.

Raquel estaba de pie sobre el escenario. Después de presentarse, la multitud estalló en un aplauso ensordecedor.

Todos la recibían con entusiasmo.

Las luces brillantes sobre su cabeza iluminaban su rostro blanco y delicado, tan hermoso que era imposible apartar la mirada.

Raquel curvó sus labios rojos en una sonrisa. Es un honor poder encontrarme aquí con todos ustedes. A continuación, comenzaré mi presentación. El tema de hoy es

Raquel comenzó su discurso. Su voz era clara, firme y con gran presencia. El contenido era innovador y profundo. Al terminar, la ovación del público se prolongó por mucho, mucho tiempo.

Al finalizar la presentación, Alberto fue a buscar a Raquel.

Eduardo ya había llegado. Raquel estaba a su lado, y él la presentaba con orgullo a los estudiantes más destacados y a los profesionales de élite de diversas instituciones.

Eduardo giró la cabeza, lo vio y sonrió de inmediato. -Presidente Alberto, qué bueno que

llegó.

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Raquel también se giró; sus ojos brillantes se posaron sobre el rostro distinguido y apuesto de Alberto.

Eduardo dijo: -Presidente Alberto, permítame presentarle formalmente a su compañera genio: Raquel.

Alberto miró a Raquel. Ella llevaba colgada al cuello una tarjeta azul, con una foto adherida.

En la foto, una Raquel de 16 años vestía toga y birrete de graduación: se había graduado en Harvard. Era una joven brillante, una chica prodigiosa nacida para brillar.

La mirada de Alberto se desplazó de la tarjeta al rostro de Raquel.

Ahora estaban en medio de un salón lleno de luces y gente. Raquel dio un paso al frente, se acercó a él con una brillante sonrisa en los labios y, lentamente, extendió su mano hacia él. Presidente Alberto, volvamos a presentarnos. Me llamo Raquel.

Dijo: Volvamos a presentarnos. Me llamo Raquel.

Alberto la miró fijamente, su carita no más grande que la palma de una mano. De pronto curvó los labios y soltó una suave risa.

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