Capítulo 328
Él miraba el techo sobre él; en realidad, había estado soñando.
Soñó con Raquel.
Anoche, Raquel había entrado en su sueño.
Su garganta se tensó, y los músculos de su cuerpo se fueron tensando poco a poco; un hombre en plena juventud se siente extremadamente sensible en las primeras horas de la mañana.
Alberto lentamente metió la mano bajo las cobijas, cerró los ojos, derrotado y entregado…
La nieve había caído toda la noche, y hoy todos se habían organizado para ir a esquiar.
Todos se reunieron, pero Alberto aún no había llegado.
-¿Por qué Alberto aún no llega?
-Voy a buscar a Alberto.
Los demás se prepararon para ir a buscarlo, pero en ese momento, Alberto salió de su
habitación.
-Alberto, buenos días.
En el rostro de Alberto no se podía ver ninguna emoción, pero su temperatura corporal estaba extremadamente baja, y su actitud era como si un desconocido no pudiera acercarse. Asintió
con la cabeza. -Buenos días.
-Alberto ha llegado, podemos irnos al centro de esquí.
Alberto vio a Raquel; ella estaba junto a Santiago.
Santiago le hablaba. —Raquel, te mandé un WhatsApp hace un momento, ¿lo viste?
Raquel asintió. —Sí, lo vi.
–
Alberto soltó una risa sarcástica. —Santiago, ¿tienes el WhatsApp de Raquel?
Santiago asintió. —Sí.
En ese momento, los demás también asintieron y dijeron. -Alberto, todos tenemos el WhatsApp de Raquel, ¿es que tú no lo tienes?
Alberto se detuvo un momento.
¿Entonces solo él no tenía el WhatsApp de Raquel?
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Ella había agregado a todos, pero no a él.
Alberto no estaba de buen humor y lanzó una mirada fulminante hacia Raquel.
Raquel sintió un escalofrío en el cuello. ¿Por qué lo miraba así, con esos ojos, como si quisiera devorarla? Ella no lo había agregado.
No quería tener más contacto con él.
-Vamos, salgamos.
Media hora después, llegaron al centro de esquí.
Todos se estaban poniendo el equipo, y Florencia le preguntó a Raquel. -Raquel, ¿es que no sabes esquiar?
Raquel asintió. —Sí.
-Santiago, entonces Raquel será tu responsabilidad.
—Raquel, Santiago es un experto en esquí, así que diviértanse.
Santiago ya se había puesto los esquís, y se deslizó por la nieve dando vueltas rápidas, sus movimientos eran suaves y hermosos.
Se detuvo frente a Raquel y extendió sus manos. -Raquel, dame tus manos, hoy seré tu
instructor uno a uno.
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