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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 337

Capítulo 337

Raquel se secó las manos con un pañuelo y miró a Carlos. –Carlos, ¿qué quieres decir? Te advierto que no me digas lo siento.

Carlos, que inicialmente había querido disculparse, sintió las palabras atoradas en su garganta.

Raquel, con voz fría, dijo: -Hiciste daño a otra persona, y una simple disculpa no puede borrar eso. Así que no lo digas, no te voy a perdonar.

Carlos hizo una pausa.

Él era el tirano de Solarena, y salvo Alberto, nadie se atrevía a desafiarlo de esa manera. Esa Raquel tan impertinente hizo que Carlos se pusiera pálido de rabia.

-Carlos, cierra los ojos y descansa, tu pierna debería estar bien -dijo Raquel.

El rostro de Carlos estaba muy pálido, claramente estaba débil y no podía enojarse. Solo pudo seguir las instrucciones de Raquel y cerró los ojos.

Raquel se acercó y lo cubrió con la manta. Sabía que Carlos estaba enamorado de Ana y que la consideraba su cuñada, por lo que no se sorprendió en absoluto por las palabras que dijo. Ya estaba acostumbrada a eso.

Quería ignorar a Carlos, pero realmente no podía. No podía superar esa barrera interna que tenía; su vocación como sanadora la hacía preocuparse.

En ese momento, Raúl entró en la habitación con ropa limpia. —Raquel, estás empapada. Cámbiate rápido con esta ropa.

Raúl ya había cambiado la ropa de Carlos antes, y ahora le había traído ropa femenina para Raquel.

Raquel sentía mucho frío. Mientras se concentraba en cuidar la pierna herida de Carlos, no se había dado cuenta de que su ropa estaba mojada. Ahora sentía el frío penetrando en sus huesos, lo que la hizo temblar.

Raquel tomó la ropa con gratitud. —Raúl, gracias. Voy a cambiarme ahora.

Raquel entró al baño, se quitó la ropa mojada y comenzó a ponerse la ropa limpia.

En ese momento, escuchó pasos afuera. Alguien estaba cerca.

Esa persona estaba justo afuera de la puerta, y ella se encontraba cambiándose.

Raquel reaccionó de inmediato y preguntó: -¿Quién es? ¿Quién está ahí afuera?

Capitulo 337

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La persona del otro lado de la puerta, al darse cuenta de que había sido descubierta, respondió con una risa nerviosa: -Raquel, soy yo.

Era Raúl.

Raquel siempre había sido cautelosa con Raúl, ya que, aunque él había sido quien los había traído a ella y a Carlos, él solo buscaba aprovecharse de su belleza.

Ahora no podía enfrentarse directamente a Raúl.

Carlos estaba gravemente herido, y además, estaban en territorio de Raúl.

Raquel solo pudo decir: -Raúl, ¿qué haces aquí?

Raúl estaba parado afuera, pegado a la puerta, intentando espiar dentro, pero Raquel, prevenida, se encontraba en un lugar donde no podía verlo.

Raúl parecía impaciente. —Raquel, ¿ya te has cambiado? ¿Necesitas que entre a ayudarte?

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