Capítulo 344
El secretario Francisco susurró: -Esta mujer está interesada en ti, ten cuidado, podría
atraparte y hacerte su esposo.
Alberto lanzó al secretario Francisco una mirada fría.
El secretario Francisco rápidamente cerró la boca.
Alberto ordenó: -Quédense aquí, les contactaré por mensaje cuando llegue el momento.
El secretario Francisco asintió: -Está bien.
Alberto miró a Azucena: —Azucena, entraré contigo, gracias por tu ayuda.
-Vamos.
Azucena condujo a Alberto hacia el pueblo. Alberto caminaba a su lado, y el corazón de Azucena latía con fuerza. -¿Cómo te llamas?
-Me llamo Alberto.
-¿Puedo llamarte Alberto?
-Si te gusta, está bien.
-¿A qué te dedicas?
-Tengo una empresa.
-¿Y por qué no estás casado? ¿Qué tipo de chicas te gustan?
Al ver la mirada expectante de Azucena, Alberto esbozó una ligera sonrisa. -Me gustan las chicas amables, que escuchan y son dispuestas a ayudar. Azucena, me has guiado al pueblo y me has ayudado, eres ese tipo de chica.
Si Alberto quería, podía decir dulces palabras con facilidad, logrando que las chicas se
enamoraran de él.
Azucena se sintió emocionada. -Alberto, claro que te ayudaré, después de todo, esos dos son tu hermana y tu hermano. Aquí estamos, ¡es este lugar!
Azucena condujo a Alberto hasta una pequeña casa. -Ellos viven aquí.
¿Raquel y Carlos están aquí?
Alberto empujó la puerta con rapidez.
Alberto vio a Carlos y Raquel en la cama. De hecho, durante el camino, ya había imaginado
Capitulo 344
muchas veces cómo sería la situación, pero no pensó que fuera a ser así.
Carlos y Raquel yacían en la misma cama. Carlos abrazaba a Raquel, cuyo cuerpo delicado descansaba en sus brazos.
Alberto se tensó.
Carlos intentaba darle calor a Raquel, pero ella estaba tan fría que no parecía tener ningún calor corporal.
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En ese momento, escuchó la puerta abrirse. Alzó la vista y vio el rostro elegante y distinguido
de Alberto.
Carlos se quedó paralizado. -¿Alberto? ¿Alberto, llegaste?
Carlos parecía sorprendido.
Alberto miró a Carlos y luego su mirada se posó en Raquel.
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