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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 392

Capítulo 392

Ella

ya había visto la foto que Luis envió; hoy es probablemente el día más desdichado para la familia Pérez.

Ellas pisotearon a su padre para ascender, llegando a lo más alto, y ahora enfrentan un revés.

-Lo vi.

-Raquelita, les dije que ahora solo puedes salvarlas, que te supliquen. ¿Crees que vendrán a suplicarte?

Raquel trazó una línea sobre sus labios rojos y afirmó, -Lo harán.

Ella conocía demasiado bien a la gente de la familia Pérez. Frente al interés monetario que tenían, seguro que dejarían de lado su dignidad para suplicarle, aunque eso les causaría mucho dolor interior.

-Raquelita, si vienen a suplicarte, ¿qué harás?

Raquel colocó una rosa roja en el jarrón. He estado esperando a que me busquen por iniciativa propia.

Una hora más tarde, la gente de la familia Pérez llegó a Villa del Lago.

Doña Sara dijo incrédula, -¿Raquel vive aquí ahora?

Ana, Rosa y María no le habían contado a doña Sara sobre el hecho de que Raquel condujera carros de lujo y viviera en mansiones; en realidad, ellas no querían venir a suplicarle a Raquel, pero dada la situación, no tenían más remedio que venir aquí a buscar su ayuda.

Ana asintió. —Sí, Raquel vive aquí.

Doña Sara se lamentó de nuevo. —Nosotros vivimos en la calle y Raquel vive aquí, ¿por qué?

María despreció. -Raquel simplemente se apoya en los hombres; no has visto que Raquel y el Señor Luis están enamorados. El Señor Luis está hechizado por ella; esta mansión se la compró el Señor Luis.

Rosa comentó. —Abuela, ¿crees que Raquel podría comprar esto con su propio esfuerzo? No seas envidiosa.

Doña Sara se sintió un poco más equilibrada. -Dejen de hablar así, piensen en cómo pedirle ayuda a Raquel más tarde.

Ana y Rosa realmente no sabían por qué Rodrigo y Luis les habían pedido que vinieran a

suplicarle a Raquel.

Pronto llegaron a la puerta de Raquel; Ana extendió su mano y tocó el timbre con un -ding- dong.

Nadie abrió la puerta.

Ana presionó el timbre de nuevo con un dingdong.

En ese momento, la puerta se abrió lentamente y Raquel apareció en la entrada.

Los ojos claros y penetrantes de Raquel se posaron sobre ellas. -¿Cómo es que han venido?

Doña Sara dijo con una risita nerviosa. -Raquel, es que, ha habido un problema en casa, ¿lo sabías?

-¿Casa? ¿Qué casa? Recuerdo que ustedes cortaron relaciones conmigo, así que no tengo familia. Raquel respondió sonriendo.

Doña Sara cambió de expresión. —¡Tú!

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