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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 417

Capítulo 417

Héctor no tuvo ninguna reacción, no habló.

Camila lo miraba; él acababa de bañarse, su cabello corto y arreglado aún estaba mojado, vestía una camiseta negra y pantalones negros, lo que le daba un toque más juvenil y apuesto.

La comida que había preparado era deliciosa, su habilidad culinaria se había perfeccionado desde pequeño, y es que un hombre que sabe cocinar tiene un encanto especial.

Cuanto más lo miraba Camila, más le gustaba, y dijo: -Héctor, ¿por qué no me prestas atención? Si sigues ignorándome, te haré cosquillas.

Entonces, Camila levantó la mano para hacerle cosquillas.

Sus suaves manos tocaron su definido torso, causando una sensación de hormigueo, Héctor, con una mano, agarró sus dos muñecas erráticas y las empujó con fuerza, aprisionándola contra la pared: -¿Qué estás haciendo? Compórtate.

Camila luchaba por retirar sus manos. ¿Por qué eres tan brusco?

Héctor no soltó sus manos.

Camila se puso de puntillas, se acercó a sus labios y le dio un beso.

Héctor se quedó paralizado por un momento.

Al ver que él no resistía, Camila se animó y continuó besándolo.

El aliento de Héctor estaba impregnado con el suave y dulce aroma de la chica, diferente al jabón que usaba para bañarse, ella exudaba un olor floral y lujoso, muy dulce.

Finalmente, Héctor soltó sus muñecas.

Camila lo abrazó por la cintura, forzó su boca abierta y lo besó.

Aunque él era una persona fría y distante, al penetrar en su boca, se podía sentir su temperatura cálida e intensa; a Camila realmente le gustaba besarlo.

El cuerpo de Héctor, que se había calmado, comenzó a calentarse de nuevo.

En ese momento, la voz de Juliana resonó: ¿A qué huele a quemado?

Juliana entró apresuradamente: -Héctor, ¿acaso has quemado la comida?

Juliana era ciega y como estaba en su propia casa, entró sin llamar.

Camila, asustada, empujó rápidamente a Héctor, su rostro pálido se sonrojó.

Capitulo 417

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La expresión de Héctor era fría como un glaciar, raramente mostraba emociones, apagó inmediatamente el fuego: -Mamá, olvidé apagar el fuego, no pasa nada.

Juliana respondió: -Que bueno que no es nada serio, me alegra.

Camila contestó: -Señora Juliana, estábamos charlando Héctor y yo, y se me olvidó por un

momento.

Juliana sonrió con dulzura: -Entonces continúen charlando, yo saldré.

Juliana se fue.

Camila sintió que el aire se llenaba de incomodidad y le echó un vistazo furtivo a Héctor, sorprendiéndose al ver que las orejas de él estaban rojas.

¡Se había sonrojado!

Camila, asombrada, exclamó. -Héctor, ¿te has sonrojado?

Héctor lo negó. —No.

Camila replicó. -¿Cómo que no? ¡Claro que te has sonrojado!

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