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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 419

Capítulo 419

Camila miraba la lluvia torrencial afuera, ¿cómo iba a volver a la escuela así?

Fernanda dijo: -Camila, con esta lluvia tan fuerte, no es seguro regresar, mejor quédate a dormir aquí esta noche.

Juliana agregó: -Sí, Camila, quédate a dormir aquí, puedes compartir habitación con Fernanda.

A Juliana realmente le gustaba Camila, pero como mayor, ella tenía su límite y nunca permitiría que Camila durmiera con Héctor.

Camila asintió: Fernanda, entonces me tendrás que hospedar esta noche.

Fernanda, contenta, tomó del brazo a Camila. -Camila, te llevaré a la habitación.

Camila entró en la habitación de Fernanda, quien sacó su camisón. -Camila, esta prenda es nueva, para ti.

Camila lo tomó en sus manos. -Gracias.

Camila, ve a ducharte primero.

En la casa había tres habitaciones, ninguna muy grande, una de Juliana, una de Héctor y una de Fernanda; el baño era compartido.

Camila, llevando el camisón, salió diciendo: -Bueno, entonces me voy a duchar.

Al salir de la habitación, Camila se encontró con Héctor y le dijo: -Héctor, está lloviendo a cántaros afuera, solo puedo quedarme aquí esta noche, no te preocupes, soy buena, no causaré problemas.

Héctor míró la tormenta afuera y luego a ella. -¿Y dónde vas a dormir?

Camila guiñó un ojo traviesamente. Contigo.

Héctor se quedó parado. jCamila!

Él la llamó por su nombre.

Camila sonrió. -¿Entonces me preguntas? ¿Acaso voy a dormir contigo esta noche? ¡Dormiré con Fernanda! Ya me voy a duchar.

Camila entró al baño.

Héctor, parado afuera, sabía que Camila estaba bromeando, pero ¿no sabía ella que no se debe provocar a los hombres así? Esa broma era peligrosa.

Capitulo 419

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Héctor se sirvió un vaso de agua.

En ese momento, ¡boom!, un rayo cayó afuera, seguido por un grito agudo de Camila desde el baño. —¡Ah!

Héctor inmediatamente dejó el vaso de agua, se acercó a la puerta del baño. -Camila, ¿qué te pasa?

No hubo respuesta.

Héctor tocó la manija de la puerta, la empujó y entró corriendo. —Camila,

Héctor vio a Camila, quien había resbalado y caído sentada en el suelo.

El aspecto crucial era que su ropa estaba casi toda quitada, revelando grandes áreas de su piel suave y pálida, que era deslumbrante a la vista.

Héctor sintió un nudo en la garganta.

Camila, cubriéndose con su ropa, gritó con voz quebrada: —¡Hay un ratón! ¡Hay un ratón!

Camila tenía pánico a los ratones, y uno que acababa de aparecer la había asustado tanto que se cayó al suelo.

Héctor apartó la vista inmediatamente. -¿Dónde está el ratón?

Camila apuntó con el dedo. Ahí está el ratón, ¡qué miedo! Héctor, ¡tengo miedo!

En ese momento, el ratón que estaba en la esquina corrió hacia Camila.

Camila, aterrorizada, saltó hacia arriba, lanzándose directamente a los brazos de Héctor. —¡ Héctor, sálvame!

Cuando ella se lanzó hacia él, Héctor instintivamente extendió sus brazos para atraparla; ella saltó sobre él, sus piernas rodearon su estrecha cintura y sus brazos se enroscaron alrededor de su cuello, abrazándolo con fuerza.

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