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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 503

-¿El medallón se lo llevó Ana?

-¡Esta ladrona! ¡Realmente no tiene escrúpulos!

Doña Isabel y Camila exclamaron.

Raquel curvó ligeramente los labios y, con una sonrisa fría, dijo: -¿Ana piensa que simplemente llevándose el medallón podría hacerse pasar por ella con éxito? La verdad siempre sale a la luz, volvamos ahora al hospital.

-Está bien.

En la habitación del hospital, Ana y María están sentadas juntas, Ana sostiene la mano de María, preguntando ansiosamente, -Mamá, ¿has llamado a Alberto para que vuelva?

María asintió, -Ha vuelto, el jefe Alberto y Francisco están hablando en la entrada, vendrán

én un momento.

Ana suspiró aliviada, -Parece que Alberto aún se preocupa por , y es lógico, mientras siga siendo la persona que le salvó la vida, él no me abandonará.

Mientras decía esto, Ana miró a María, Mamá, has resuelto lo de los secuestradores y el

médico?

María sonrio con astucia, -No te preocupes, ya está resuelto. Les administré un medicamento antes de que ejecutaran su tarea. Incluso si los capturan, no podrán revelar la verdad, nadie sabrá jamás que nosotros somos los verdaderos instigadores, no hay pruebas.

María ya había sufrido varios reveses antes, pero esta vez realmente invirtió mucho dinero para limpiar todas las evidencias.

Ana todavía estaba muy molesta, -A pesar de que esta vez lo planeamos todo con tanto cuidado, Raquel logró escaparse, y tampoco pudimos deshacernos del niño que llevaba dentro. Veo que doña Isabel también ha venido, me temo que Alberto descubra la verdad, que sepa que. el hijo de Raquel es suyo.

El semblante de María también era muy sombrío, pero la consoló, -Anita, cálmate primero, no te desesperes, mientras logres mantener al jefe Alberto bajo control, no habrá problemas.

Ana asintió, -Lo .

En ese momento, Alberto entró.

Ana inmediatamente mostró una expresión de debilidad, -Alberto, ¿dónde estabas? ¿Fuiste a ver a Raquel?

Capitulo 503

Alberto se sentó al lado de la cama, apretó los labios y no dijo nada.

Ana, con voz lastimera, dijo:

Alberto, me duele el corazón, no te vayas así sin más, quédate.

aquí conmigo, por favor, no puedo dejarte.

Dicho esto, Ana extendió su mano y abrazó la robusta cintura de Alberto, pegándose completamente a su pecho.

Alberto guardó silencio por un momento, ahora su mente estaba llena de la imagen de la pálida y delicada cara de Raquel.

Había prometido a Ana que la elegiría firmemente, pero no podía controlar su corazón.

Alberto extendió la mano, intentando apartar a Ana, Si te duele el corazón, deberías

acostarte.

-No quiero, quiero un abrazo.- Ana actuaba de manera coqueta, abrazando a Alberto y sin

soltarlo.

En ese momento, la voz de María se escuchó de repente, -Raquel, ¿cómo has venido?

Alberto giró la cabeza, vio a Raquel en la puerta, Raquel había llegado.

Alberto se tensó.

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