Capítulo 510
Los ojos húmedos de Camila miraron tímida y evasivamente hacia sus pantalones, tocado.
Héctor guardó silencio.
Camila, sorprendida, descubrió que parecía haberse sonrojado.
No esperaba que alguien tan frío también pudiera sonrojarse.
Camila sonrió con malicia, -¿Te has sonrojado, Héctor?
Héctor respondió, -No.
-Aún lo niegas, claramente te has sonrojado.- Camila quiso tocar su rostro.
Héctor lo esquivó, -Deja de molestar.
Me has
Camila se acercó a su oído y le susurró, -Héctor, ¿quieres que use el método de la última vez para ayudarte?
En la mente de Héctor surgieron escenas de la última vez, en su habitación, en su cama, ella insistía en mirar juntos, y luego…
Ahora ella le preguntaba si quería ayuda.
Héctor quería rechazarla, pero esos grandes y hermosos ojos incrustados en su pequeño rostro lo miraban parpadeando, y antes de que pudiera hablar, ella se acercó más.
-Camila…- él llamó su nombre.
Camila también se sentía tímida, pero era más audaz, se puso de puntillas y lo besó, -¿Por qué me llamas?
Sus pequeñas manos también se deslizaron hacia abajo por su pecho.
A Camila le gustaba verlo así, ver cómo su habitual seriedad fría y solemne mostraba una imagen de decadencia, con los ojos rojos, incapaz de resistir, jadeando, luchando por controlar su deseo, siendo controlado por ella, poco a poco estallando,
Ese Héctor, solo ella lo había visto.
Cada vez que esto sucedía, se sentía derretida por dentro, le gustaba mucho él.
-Héctor, ¿te gusto o no?– Camila preguntó.
Estaban en la entrada del pasillo, no había nadie, estaba oscuro, Héctor la abrazaba, su rostro guapo enterrado en su largo cabello.
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Héctor, ¿te gusto o no?
Ella preguntó.
Héctor respiraba con dificultad, tardó un momento en murmurar un -Hmm.
Camila insistió, –“Hmm“, ¿significa que te gusto o que no?
Héctor no quería escuchar su voz, no podía soportarlo, bajó la cabeza y besó ferozmente sus labios rojos.
¡No hables!
Fuera, Rodrigo había terminado de ocuparse de los asuntos y fue a buscar a Camila, pero después de buscar un rato, no la encontró.
-¿Sofía? ¿Sofía?
Nadie respondió.
Rodrigo miró a sus subordinados, -¿Han visto a la señorita Camila?
Sus subordinados negaron con la cabeza, -No la hemos visto.
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