Capítulo 527
Raquel dijo que era tarde.
Ella dijo que ya era demasiado tarde.
Alberto sacudió la cabeza: -Raquelita, todavía hay tiempo, solo dame una oportunidad, todavía podemos hacerlo.
Raquel empujó a Alberto, extendió su mano para secar las lágrimas en su cara: —Jefe Alberto,
ya has dicho todo lo que tenías que decir, ahora puedes irte.
-No, Raquelita, yo…
Raquel puso su mano en su vientre plano: -Jefe Alberto, es tarde, estoy cansada, quiero
descansar, por favor, vete.
La mirada de Alberto se desplazó lentamente hacia abajo, cayendo sobre el vientre de Raquel, dijo con voz ronca: -Raquelita, ¿te preocupa este niño? Aunque este niño no es mío, lo trataré como si fuera mi propio hijo, te amaré a ti y al niño.
Raquel se quedó en silencio.
Él todavía pensaba que el niño no era suyo.
Bueno, Raquel pensó que no era necesario explicar nada, una vez que terminara de tratar con la gente de la familia Pérez, se iría de aquí, así que no necesitaba explicar nada a Alberto.
-Jefe Alberto, por favor, vete ahora.
Viendo la resistencia de Raquel, Alberto dijo con voz ronca: -Raquelita, ya es tarde, entonces descansa pronto, volveré a verte mañana.
Alberto se fue.
Alberto salió del apartamento de Raquel, se quedó afuera por un momento, ahora no quería ir a ningún lugar, solo quería quedarse aquí, al lado de Raquel.
Habían perdido demasiado tiempo juntos, ahora solo quería estar con ella, compensar todos los arrepentimientos pasados.
También temía irse, temía que al darse la vuelta, Raquel desapareciera.
Se habían reencontrado después de todos estos años perdidos, no quería perderla de nuevo.
Entonces sonó una melodiosa tonada de celular, había una llamada.
Era Francisco quien llamaba.
Capítulo 527
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Alberto presionó el botón para contestar, la voz de Francisco llegó de inmediato: –Hola, jefe, Ana ha estado insistiendo en querer verte.
Ana quería verlo.
Al escuchar de nuevo el nombre de Ana, en los ojos de Alberto solo quedaba indiferencia y repulsión, no quería volver a ver a Ana, pero realmente necesitaba ver a Ana una vez más.
Tenían cuentas que saldar.
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