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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 113

Capítulo 113

Al escuchar aquellas palabras, los rostros de la familia Espinosa se iluminaron con un destello de esperanza que se posó en Samuel como un amanecer tímido. Valentín, con un impulso casi instintivo, dio un paso al frente y extendió la mano hacia él, su gesto cargado de una gratitud que apenas podía contener.

-Dr. Rivas, soy el padre de Pablo. Le agradezco de corazón que esté aquí para ayudarnos.

Samuel permaneció inmóvil, su mirada afilada como el borde de una hoja, atravesando a Valentín con un desprecio gélido que no necesitaba palabras. Ni un músculo de su rostro se movió para corresponder el saludo; simplemente dejó la mano de Valentín suspendida en el aire, un puente roto entre dos orillas. La incomodidad reptó por la expresión de Valentín, que, tras un instante eterno, retiró la mano con un brillo de desconcierto en los ojos.

El director del hospital, percibiendo el aire denso que se había formado, se apresuró a intervenir

con una sonrisa tensa.

-La condición del pequeño es delicada en este momento. Lo mejor será que el Dr. Rivas lo

examine cuanto antes.

Rubén Espinosa, al lado, asentía como si cada movimiento de su cabeza sellara su aprobación. -De acuerdo, por supuesto.

Esmeralda avanzó tras ellos hacia el interior de la habitación, sus pasos firmes y silenciosos. Al verla, el resto de la familia Espinosa intentó seguirla, pero un médico alzó la mano con cortesía implacable.

-Los familiares deben esperar afuera, por favor.

-¡Oiga, pero mi nuera acaba de entrar! ¿Por qué nosotros no podemos? -protestó Margarita, su voz cargada de incredulidad.

El médico esbozó una sonrisa resignada, casi ensayada.

-Es que la señorita Loyola fue quien trajo al Dr. Rivas. No podíamos detenerlos. Por favor, tengan paciencia y esperen aquí un momento.

Las palabras cayeron como piedras en un estanque quieto, y las miradas de los tres en la puerta se cruzaron en un torbellino de emociones distintas. Margarita abrió los ojos desmesuradamente y giró hacia Valentín y Rubén, buscando complicidad en su asombro.

-¿Entonces el Dr. Rivas vino por Esmeralda? ¿Desde cuándo conoce ella a alguien tan importante? -preguntó, su tono oscilando entre la sorpresa y el reproche.

El semblante de Valentín se ensombreció, como si una nube hubiera cubierto su orgullo. Ni siquiera él, su esposo, tenía la menor idea de aquello.

Margarita, cada vez más encendida, dejó escapar su frustración.

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Capítulo 113

-¡Vaya joyita de nuera que me tocó! Tiene conexiones tan valiosas y nunca se le ocurrió mencionarlo. Si hubiera traído al Dr. Rivas antes, mi pobre Pablo no habría pasado por tanto sufrimiento.

-Y mi pierna -agregó, casi para sí misma-. Estoy segura de que ella sabe cómo curarme y no ha movido un dedo. ¡Eso es abandonar a la familia en plena crisis!

Rubén, con la paciencia al borde del abismo, la interrumpió con un tono cortante.

-¡Ya basta, Margarita! ¿De verdad crees que este es el momento para tus quejas?

-Esmeralda al menos trajo al médico. ¿Y qué hiciste? Si hubieras cuidado mejor a Pablo, no estaríamos aquí.

Margarita se irguió, ofendida.

-¿Qué estás insinuando? ¿Que la culpa es mía? Ella es la madre, Rubén. Si algo sale mal, que le reclamen a ella, no a , que solo soy la abuela.

-Eresimposible -murmuró Rubén, dejando caer los hombros con un suspiro agotado. Sacudió la cabeza y dio por terminada la discusión.

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