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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 126

Capítulo 126

Valentín dejó escapar un rugido desgarrador, con la garganta atenazada por un nudo que apenas lo dejaba respirar, mientras las lágrimas rodaban por su rostro sin freno. Se inclinó con torpeza y aferró la mano rígida del cadáver, su piel helada como un eco cruel de lo que alguna vez fue cálido.

El asistente, con los ojos enrojecidos, intentó apartarlo con suavidad.

-Señor Espinosa, la señora ya no estáPor favor, acéptelo.

-¡No! -bramo Valentín, su voz quebrándose como si el dolor la hubiera partido en dos—. ¡Ella no está muerta, no puede estarlo! Todavía me tiene a , a los niños¿Cómo podría abandonarnos así?

-¡No lo voy a creer!

Fuera de , presionó esa mano gélida contra su mejilla y, al sentir su frialdad inmóvil, comenzó a frotarla con dedos temblorosos y frenéticos.

-Te voy a calentar las manos, Esme, déjame calentártelas. Siempre te quejabas del frío, ¿verdad que está helado?

Los empleados de la morgue se acercaron para contenerlo, pero Valentín soltó un gemido profundo, un alarido que parecía surgir de un animal herido.

-¡Miren, sus pestañas se movieron! ¡No está muerta! ¡Rápido, reanímenla!

-No importa lo que cueste, ¡sálvenla, por favor!

El asistente, con lágrimas resbalándole por las mejillas, insistió en apartarlo.

-Señor Espinosa, no puede seguir así. La señora se ha ido, no hay manera de traerla de vuelta.

-¿Cómo puede ser posible? -susurró Valentín, su voz apagándose como un hilo de humo, mientras una sensación de vacío se apoderaba de su pecho.

De pronto, la oscuridad lo envolvió, y su cuerpo se desplomó sin fuerzas.

Afuera, un trueno retumbó con furia, y la lluvia comenzó a golpear la tierra como si el cielo mismo llorara,

PAD

En la sala de descanso del Centro de Servicios de Muerte Fingida, Esmeralda se sobresaltó con el estallido del trueno. Frente a ella, un empleado apagó el monitor que transmitía la escena de

la morgue.

-Todo está listo en el crematorio. Pronto trasladarán el cuerpo para incinerarlo.

Esmeralda dio un sorbo a su café caliente, asintiendo apenas con la cabeza. Su mente aún danzaba entre la calma y la inquietud. Tras un instante, una risa suave escapó de sus labios.

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Capítulo 126

-Ese cuerpo falso fue tan perfecto que Valentín ni siquiera sospechó nada.

El empleado le devolvió una sonrisa amable.

-Con un vistazo atento se notan las diferencias, pero hace falta conocerla muy bien para darse

cuenta.

Esmeralda inclinó la cabeza en acuerdo.

-Su esposo parecía destrozado añadió el hombre.

-¿Destrozado? Puede serpero ahora no tendrá a nadie que encaje en su molde de la señora Espinosa ideal.

El empleado dejó escapar un suspiro.

-Hemos visto tantos casos asíSiempre se arrepientén cuando ya han perdido todo. Lástima que suele ser demasiado tarde.

-Sí, demasiado tarde -repitió Esmeralda, con la mirada perdida en algún rincón lejano.

Las imágenes de un Valentín devastado seguían girando en su cabeza, tiñendo su corazón de una tristeza punzante.

Si tan solo lo hubiera entendido antes, ¿por qué no hizo las cosas bien desde el principio?

Valentín abrió los ojos cinco horas después. El olor acre del desinfectante inundó sus sentidos, devolviéndolo a la realidad.

-¡Esmeralda!

Se incorporó de golpe en la cama del hospital, arrancando sin querer la aguja del suero. Un hilo de sangre retrocedió por el tubo, pero no le importó; lo desprendió con un movimiento brusco y ya estaba poniéndose de pie cuando sus ojos se posaron en un termo conocido junto a la

cama.

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