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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 133

Capítulo 133

La pantalla del celular de Esmeralda se iluminó con un mensaje que la hizo arquear una ceja, intrigada.

[Esmeralda: ¿Señor Santana?]

[Isaac: , soy yo.]

[Esmeralda: ¿Y cómo consiguió mi nuevo número de WhatsApp?]

Apenas envió el mensaje, una risa suave escapó de sus labios mientras sostenía el teléfono entre las manos. La pregunta había sido impulsiva, casi tonta, y ella lo sabía.

[Esmeralda: Perdón, qué torpe. Casi olvido que esta nueva vida me la dio usted, señor Santana.] El Centro de Servicios de Muerte Fingida había borrado con maestría su pasado, pero asentarse en San José con una identidad fresca, como un lienzo recién pintado, había sido obra de Isaac. Sus dedos tamborilearon sobre la mesa, esperando la respuesta.

[Isaac: Fue un placer ayudar.]

Un instante después, el celular vibró de nuevo, y el mensaje la hizo detenerse.

[Isaac: Araceli vino hoy. Me preguntó por qué no te ha visto estos días.]

Esmeralda apretó el teléfono con suavidad, dejando que el calor del aparato se mezclara con el torbellino de sus pensamientos. Araceli, con su risa cristalina y su mirada curiosa, era un cariño que no podía ignorar. Quería verla, claro que , pero las noticias aún resonaban como un eco persistente: su muerte estaba en boca de todos. Mostrarse ahora sería como encender una chispa en un cuarto lleno de pólvora.

Mientras sus dedos dudaban sobre el teclado, el teléfono vibró con fuerza, sobresaltándola. Era

una llamada. La voz de Isaac llegó al otro lado, grave y serena.

-Hola, señor Santana -respondió ella, apresurada, ajustándose un mechón de cabello tras la oreja.

-¿Te interrumpo? -preguntó él, con un tono tan mesurado que era difícil descifrarlo.

-No, para nada.

-Los padres de Araceli vinieron hace unos días, pero apenas se quedaron unas horas. Ella no lo admite, pero está triste. Lo noto en sus silencios.

La imagen de la pequeña apareció en su mente como un destello: Araceli, siempre tan valiente, tan madura para su edad. Esmeralda sintió un nudo en el pecho, un eco de su propio pasado como madre que aún latía en sus recuerdos.

-Si es posible-comenzó, con la idea de buscar un momento para verla.

Pero Isaac la interrumpió, como si hubiera leído sus intenciones en el aire.

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Capitulo 133

-Si es posible, puedo traer a Araceli a verte.

Una calidez inesperada se encendió en su interior. Que él viniera era mucho mejor que arriesgarse a salir. El Monasterio Legado de Hipócrates, con sus muros de piedra y su quietud casi sagrada, era un refugio perfecto. Allí había encontrado paz, un respiro para sanar.

-No te sientas obligada añadió él-. Si prefieres no hacerlo, lo entenderé. Puedo explicarle a

Araceli.

-No, está bien -respondió ella, y una sonrisa se dibujó en su rostro mientras le daba la dirección-. Será un placer recibirlos.

-Perfecto. Pasado mañana, el fin de semana, estaremos ahí con Araceli.

Tras colgar, Esmeralda se quedó mirando el teléfono, imaginando qué podría preparar para la niña: tal vez algo dulce, algo que la hiciera sonreír. Pero entonces, un pensamiento la golpeó como un relámpago.

¡Ay, no!

Últimamente, Hermano Yeray y los demás habían estado pasando más tiempo en el monasterio. Si Isaac llegaba y los hermanos sacaban conclusiones apresuradasmejor evitar enredos. Decidió que los recibiría con discreción, como quien guarda un secreto valioso.

En otro rincón de la ciudad, Isaac colgó el teléfono. La calma que había mostrado se desvaneció, dejando paso a una expresión endurecida, casi tallada en piedra.

-¿No está Valentín de luto? ¿Entonces por qué viene? -preguntó Carmelo, con la sorpresa pintada en su voz baja.

-¿Será que ya sabe que Esmeralda fingió su muerte? -insistió, frunciendo el ceño.

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