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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 137

Capítulo 137

Jazmín prosiguió con voz suave, casi como si temiera romper el frágil equilibrio del momento.

-Todos hemos visto cuánto te quiere Esme, Valentín. Pero últimamente

Bajó los ojos con delicadeza, aunque sus pupilas se deslizaban de reojo, rastreando cada sombra en el rostro de Valentín.

-Valentín, anda, comamos primero.

Extendió una mano esbelta hacia el tazón frente a él, sus dedos rozando la porcelana con intención de servirle la sopa. Pero antes de que pudiera verter una sola gota, Valentín se puso en pie con un movimiento brusco.

-Tengo asuntos pendientes. Come primero.

Las palabras cayeron secas, como piedras sobre un estanque quieto, y sin mirar atrás, giró sobre sus talones y se marchó.

Jazmín quedó inmóvil, el tazón suspendido entre sus manos como una ofrenda rechazada. Tras un instante, sus labios dibujaron una sonrisa tenue, casi resignada, y continuó sirviendo la sopa con calma.

La camarera, que había desaparecido un momento antes, reapareció en el umbral. Jazmín alzó la vista hacia ella con una chispa de complicidad.

-Estuviste perfecta.

-Solo hice lo que me pediste.

-Magnífico.

Con un leve asentimiento de aprobación, Jazmín extrajo un fajo de billetes de su bolso y lo depositó sobre la mesa con un gesto elegante. Los ojos de la camarera se iluminaron al instante, brillantes de codicia.

-Quédatelo, es tuyo. Pero no olvides qué decir y qué callar.

La joven asintió con vehemencia.

-Tranquila, mi boca está sellada.

El rugido del motor cortaba el aire mientras el auto volaba por la carretera. Con un chillido agudo, Valentín giró el volante y frenó al borde del camino, levantando una nube de polvo. Sus manos aferraron el volante con fuerza, los tendones marcados bajo la piel, como si quisiera estrangular sus propios pensamientos.

Esmeralda¿qué tienes con Isaac?

¿Su muerteestará ligada a él?

18:54

Capítulo 137

-¡Carajo!

El grito estalló en el habitáculo cuando su puño golpeó el volante, resonando como un trueno seco. Un solo pensamiento ardía en su mente, implacable: si tan solo tuviera el poder para desafiar al Grupo Santana

Tras un silencio que pareció eterno, alzó la cabeza y marcó un número en su celular.

-Habla con el departamento especial. Investiga todo sobre Isaac, especialmente qué pasó con sus piernas.

Ni la familia Santana ni Isaac eran intocables. Corría el rumor de que el señor Santana había quedado con las piernas inutilizadas tras un accidente, pero los detalles eran un misterio envuelto en susurros. Tal vez ahí, en esas piernas, estuviera la grieta que buscaba.

Al día siguiente, el sol ardía en su cénit.

Esmeralda, inmersa en las páginas amarillentas de un libro antiguo, apenas notó el zumbido de su celular sobre la mesa del estudio. Lo tomó con un vistazo rápido y se levantó de un salto, el

corazón latiéndole en los oídos.

¡lsaac había llegado!

Corrió hacia la salida, dejando tras de el aroma a papel viejo y tinta. En el patio, el Hermano Joaquín trazaba movimientos fluidos con una vara de madera, su figura recortada contra el cielo despejado. Al verla, le dedicó una sonrisa cálida.

-¿Ya terminaste de leer, hermana Esmeralda? Ven, haz un poco de ejercicio conmigo, que eso te hace bien.

-Ay, ustedes los jóvenes de hoy no se cuidan nada¡Oye, Siete! ¿A dónde vas con tanta prisa?

Esmeralda agitó la mano sin detenerse.

-Hermano Joaquín, voy por unas hierbas medicinales.

-¿Hierbas? ¡Eso también cuenta como ejercicio!

Murmurando para , Joaquín no dejó de alzar la voz.

-¡Ten cuidado, no dejes que te vean!

Con una canasta al hombro y un sombrero de paja cubriendo su rostro, Esmeralda cruzó la puerta trasera del Monasterio Legado de Hipócrates.

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