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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 146

Capítulo 146

Esmeralda giró la cabeza con un gesto que fingía enfado, aunque un leve temblor en su voz traicionaba su inquietud. El aire del jardín cargaba el aroma de las hierbas recién cortadas, y el sol matinal acariciaba las hojas con un fulgor dorado.

-¿Qué estás insinuando, Hermano Yeray? -preguntó, alzando una ceja.

Yeray despidió a los aprendices con un ademán suave pero firme, y luego cruzó los brazos, dejando entrever un dejo de fastidio en su tono.

-No estabas poniendo atención mientras recogías hierbas. Anda, dime, ¿qué estuviste haciendo ayer?

Esmeralda elevó la voz, como si el volumen pudiera disimular su nerviosismo.

-¿Qué más iba a hacer? Solo estuve recogiendo hierbas, nada más.

Se acercó a las canastas del día anterior, sus dedos separando con cuidado las malas hierbas y las bardanas que había recogido por descuido. Al recordar cómo Isaac se había reído mientras le ayudaba a desenredarlas de su falda, un calor sutil trepó por sus mejillas.

Yeray entrecerró los ojos, observándola con esa mirada que siempre la desarmaba.

-¡Mira nada más! Te he visto crecer desde que eras una niña. ¿Y todavía te atreves a decirme que no pasa nada?

Desde pequeña, Esmeralda había sentido un respeto rayano en temor hacia Yeray. No por su severidad, sino por esa habilidad suya de leerla como un libro abierto.

-Vamos, suelta la sopa, ¿qué tienes en la cabeza?

-Te juro que no es nada insistió ella, aunque sabía que sus palabras sonaban huecas.

Decidida a escapar de su escrutinio, cambió de tema con rapidez.

-Olvidate de eso. Mejor dime, ¿cómo va lo del laboratorio? ¿Ya registraron la empresa?

Cuando planeó su desaparición, Esmeralda había trazado un sueño: fundar una marca de cuidado de la piel junto a Yeray. Él tenía el talento para las fórmulas, ella el capital y la visión. Los jóvenes de hoy clamaban por productos accesibles y de calidad, un nicho que pocas marcas aprovechaban. Era, además, una forma de llevar al Monasterio Legado de Hipócrates hacia un futuro más próspero. Sus hermanos eran brillantes en sus artes, pero en cuestiones de negocios, pensó con una sonrisa interna, eran como niños perdidos.

Yeray suspiró, cayendo sin darse cuenta en la distracción que ella le tendió.

-No es tan sencillo. Hay trámites que se están atorando, documentos que tardan en procesarse.

Esmeralda frunció el ceño, pensativa.

Capitulo 146

-Voy a ver si se me ocurre algo.

-¿Tú? -Yeray le dio un toque ligero en la frente con el dedo-. No olvides que ya no eres Esmeralda, ni Margarita. Ahora eres Siete. ¿Qué podrías hacer desde aquí?

Ella soltó una risita suave.

-Déjame intentarlo, ¿?

-Inténtalo, pero cuída de no mostrar el rostro. Apenas estás empezando a tener paz.

-Lo , Hermano Yeray -canturreó ella con tono juguetón-. Si sigues tan serio, tu mujer va a terminar harta de ti.

-Esta muchacha-murmuró él, esbozando una sonrisa cálida, rendido ante su encanto.

Justo cuando se giraba para irse, Yeray se detuvo. Su semblante cambió, la ligereza dio paso a una sombra grave.

-Siete, hay noticias sobre lo que me pediste del profesor Galindo.

La chispa en los ojos de Esmeralda se apagó, y su sonrisa se deshizo como bruma.

-¿Cómo está Manuel?

-Está internado. Hace unos días tuvo una crisis de asma. Con su edad, las enfermedades que arrastra Y el desgaste de su cuerpo, parece que pasará un tiempo en el hospital.

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