Capítulo 149
Esmeralda avanzaba con paso ligero y decidido desde el área de hospitalización hacia el edificio de consultorios, sus pisadas resonando quedamente en los pasillos estériles. Con cautela, ascendió al tercer piso, donde el departamento de ginecología y obstetricia aguardaba entre un murmullo de voces lejanas y el aroma a desinfectante.
Apenas había recorrido unos metros cuando una punzada de inquietud la detuvo. Una certeza sigilosa le recorrió la espalda: alguien la seguía. Sin perder la calma, cambió de rumbo hacial un corredor menos transitado y, en un giro repentino, enfrentó lo que temía.
Un hombre sospechoso apareció ante sus ojos, oculto bajo una gorra y una mascarilla. En su mano, una cámara delataba sus intenciones. ¡Un paparazzi! Sin duda, había oído rumores sobre la presencia de Estefanía y, al verla tan cubierta, la confundió con ella.
Esmeralda y Estefanía compartían una silueta casi idéntica: estatura pareja y cabellos que caían con la misma longitud. Enmascaradas, eran como reflejos borrosos la una de la otra.
“Si es así, puedo sacarle provecho“, pensó con un brillo astuto en la mirada.
Ajustándose la gorra para ocultar aún más su rostro, escudriñó los alrededores y divisó una salida de emergencia. Fingió notar al intruso y aceleró el paso, simulando una huida temerosa. Tal como esperaba, el paparazzi mordió el anzuelo y la persiguió sin dudarlo. Con la fama de Estefanía en su apogeo, una sola imagen suya en el hospital desataría una tormenta en las redes. Él, cámara en mano, corría tras el señuelo, ansioso por no dejar escapar el botín.
La salida de emergencia se alzaba al fondo, envuelta en una penumbra que apenas dejaba entrever las líneas del pasillo. El paparazzi buscó por largos instantes, pero el rastro parecía
haberse desvanecido.
-Qué extraño… -musitó, rascándose la nuca.
¿Cómo podía una estrella escabullirse tan rápido? Mientras cavilaba, un crujido a sus espaldas reavivó su entusiasmo.
“¡Lo sabía! No pudo haber ido muy lejos“, se dijo, girando con una sonrisa triunfal.
Pero antes de completar el movimiento, un pinchazo agudo le atravesó el cuello, seguido de varios más en la espalda.
-¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Por qué no puedo moverme? -balbuceó, preso de un súbito desconcierto.
Un cosquilleo eléctrico se apoderó de su cuerpo, como si una corriente invisible lo hubiera anestesiado. Al principio, logró dar un par de pasos tambaleantes, pero pronto sus músculos se endurecieron, petrificándolo en el sitio.
Desde el rabillo del ojo, divisó una figura que emergía con calma. Esmeralda se acercó, guardando con destreza unas finas agujas de plata en su bolsillo. Tomó la cámara de los dedos rígidos del hombre y comenzó a inspeccionar las imágenes capturadas.
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Capítulo 149
Ahora, a corta distancia, el paparazzi comprendió su error. Esa no era Estefanía.
-¿Quién eres tú? ¡Devuélveme eso! ¡Si no lo haces, llamaré a la policía! -gruñó, su voz temblando entre la furia y el pánico.
Esmeralda dejó escapar una risa suave, cargada de burla.
-¿La policía? -respondió con un tono grave y pausado-. Mira esta cámara: está repleta de fotos robadas. Si vamos a la comisaría, ¿de verdad crees que te irá bien?
-Yo… El rostro del hombre palideció, atrapado en su propia trampa.
Su oficio siempre bailaba en los límites de lo permitido. Mientras nadie lo señalara, podía seguir adelante. Pero una denuncia lo hundiría sin remedio.
Esmeralda deslizó las imágenes en la pantalla. Allí estaba Estefanía, captada al bajar de un auto, envuelta en negro, con gorra y mascarilla como un eco de su propio disfraz. No era de extrañar la confusión. Sin embargo, al detenerse en su rostro, notó la delgadez de sus rasgos y el cansancio que apagaba sus ojos. Una punzada de tristeza le apretó el pecho.
Con un movimiento firme, presionó el botón de eliminar y, sosteniendo la cámara, lo encaró.
-¿Por qué sigues a Estefanía?
-Es mi trabajo -replicó él, aún inmóvil-. Me enteré de que vino al ginecólogo hoy. Quería una
exclusiva.
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