Capítulo 151
Esmeralda sintió un torbellino de resignación y frustración girar en su pecho, como un río inquieto que se desborda tras una tormenta. Aunque sabía que no podría mantener este secreto oculto de Estefanía eternamente, en su mente había trazado un plan donde este momento llegaría mucho después, con más calma y control. Pero la vida, caprichosa como siempre, rara vez se doblega a los deseos humanos, así que lo único que le quedaba era serenar a su amiga y evitar que el murmullo de la verdad se esparciera como pólvora.
-Vamos, busquemos un lugar tranquilo para hablar.
En el rincón privado de una cafetería, donde las paredes parecían susurrar discreción, Esmeralda tecleó un mensaje rápido a Hermano Yeray antes de alzar la mirada. Frente a ella, Estefanía la observaba con ojos aún enrojecidos, hinchados por las lágrimas recientes, su mirada tan intensa que parecía querer aferrarse a cada detalle de su rostro, como si temiera que Esmeralda se desvaneciera en un parpadeo.
-¿Qué tanto miras?
-Solo quiero estar segura de que eres tú y no un espejismo.
-¡No seas exagerada! Soy de carne y hueso, ¿qué más prueba necesitas?
Estefanía sorbió por la nariz, secándose una lágrima rebelde.
-Entonces, ¿qué pasó con esa noticia de tu muerte? ¡Estuve en tu funeral, Esmeralda! Y aquel video tuyo saltando al río… esa altura era imposible de sobrevivir. Si no te ahogaste, el golpe
debió matarte.
Esmeralda dio un sorbo lento a su café, dejando que el aroma cálido le diera un instante de pausa antes de desentrañar la verdad con palabras medidas. Explicó el plan en trazos breves, pero cargados de intención, mientras los ojos de Estefanía se abrían más y más, su boca quedándose entreabierta, muda de asombro.
-Esto… esto supera cualquier telenovela que haya grabado.
-El drama siempre bebe de la realidad. Este mundo tiene rincones más extraños de lo que imaginas.
Tras esas palabras, un recuerdo cruzó la mente de Esmeralda como un relámpago,
-Ahora dime tú, ¿qué hacías en el hospital? ¡Y en ginecología, nada menos!
Estefanía puso los ojos en blanco, dejando escapar un suspiro teatral.
-No era por mí, ¿okay? Fui por mi agente. Está embarazada y, como es una obsesiva del trabajo, no tenía ni un minuto para recoger sus resultados.
Esmeralda asintió, recordando a aquella mujer de treinta y tantos, eficiente hasta la médula, casada pero sin hijos hasta ahora.
Pensé que, como no tenía nada en la agenda, podía hacerle el favor. Pero justo al llegar, me di
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Capitulo 151
cuenta de que me estaban siguiendo.
Suspiró hondo, apoyando la barbilla en su mano con aire pensativo.
-Es raro. Era algo muy privado, ¿cómo se enteraron los paparazzi?
-No hay secreto que el viento no arrastre. Deberías revisar bien a quienes te rodean.
Estefanía frunció el ceño, tomando nota mental mientras asentía. Luego, retomó el hilo anterior, lanzando una mirada acusadora a Esmeralda.
-Mira, mira. Ayer estuve en una alfombra roja y mis ojos todavía estaban rojos de tanto llorar por ti.
-Y ese evento, justo después de tu funeral, me lo pediste con tanta ilusión… pero ya no tenía ánimos de ir, así que lo cancelé.
-¡Tonta! Si me hubieras avisado antes, no habría estado tan destrozada.
Esmeralda se rascó la nariz, incómoda, esquivando la mirada de su amiga. No se atrevió a confesar que, de haberle dicho la verdad, Estefanía no habría actuado con tanto dolor genuino… y eso habría arruinado todo.
-Está bien, está bien. Tienes que compensarme.
Estefanía cruzó los brazos, el ceño aún fruncido por el enojo.
-Vale, vale. ¿Qué quieres? Te debo una.
-Quiero… bueno, ya te diré cuando se me ocurra algo bueno.
Rieron juntas, dejando que la conversación fluyera hacia los detalles de sus vidas recientes. Esmeralda omitió su paso por el Monasterio Legado de Hipócrates, limitándose a decir que había adoptado una nueva identidad.
-Siete… es un nombre precioso. ¿Te llamo Siete de ahora en adelante?
-Llámame como quieras, tú decides.
Entre risas, el celular de Estefanía vibró sobre la mesa, mostrando una notificación de noticias.
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