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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 178

Capítulo 178

Estefanía descansó su mano sobre la puerta del auto deportivo mientras con gesto distraído se acariciaba las cejas, observando atentamente la reacción del pequeño ante las galletas que acababa de devorar con tanto entusiasmo.

-¿No reconoces ese sabor tan particular?

Pablo ladeó la cabeza en gesto pensativo mientras saboreaba los últimos trozos, chasqueando los labios un par de veces. De pronto, sus ojos se ensancharon con un destello de

reconocimiento que iluminó su rostro infantil.

-¡Mami! ¡Saben exactamente igual a las que preparaba mami antes!

Una sonrisa cargada de ironía se dibujó lentamente en los labios carmesí de Estefanía, quien lo contemplaba con expresión enigmática tras sus elegantes gafas de sol.

-¿Todavía conservas en tu memoria el sabor de lo que cocinaba tu madre?

-¡Por supuesto! Las galletas de mami eran simplemente las más deliciosas del universo entero. Y no solo eso, también preparaba pasta con forma de mariposas, unas enormes piernas de pollo doraditas

No ha mencionado ni una sola vez que la extraña“, pensó Estefanía mientras lo observaba enumerar con sus pequeños dedos todas las delicias culinarias que Esmeralda solía prepararle, como si su madre hubiera sido simplemente una máquina de comida deliciosa.

-Señorita Estefi, ¿no me habían dicho que mi mami ya estaba muerta?

La mirada de Estefanía se tornó glacial ante la frialdad de aquella pregunta infantil.

Justo en ese momento, el vehículo se deslizó suavemente hacia el interior del garaje

subterráneo de la mansión. Con movimientos elegantes pero tensos, estacionó el auto, abrió la puerta y permitió que Pablo descendiera por su cuenta.

-Sabes perfectamente que tu madre ha fallecido.

-Sí, eso es lo que todos dicen.

-¿Y comprendes realmente lo que significa estar muerto?

Pablo sostenía las dos últimas galletas entre sus manos, apretándolas ahora con fuerza como si fueran tesoros que se negaba a consumir del todo.

-Significasignifica que ya nadie me preparará cosas tan deliciosas para comer.

Increíble, pensó ella mientras lo veía alzar el rostro con una sonrisa desconcertantemente alegre.

-¡Pero no me preocupa para nada! Señorita Estefi, dígame dónde consiguió estas galletas tan maravillosas. Le pediré a mi papá que me compre montones.

17.25

Capitulo 178

Las elegantes gafas oscuras ocultaban perfectamente la mirada de absoluta sorpresa y repulsión que cruzó el rostro de Estefanía.

Ahora entiendo por qué Esme estaba tan devastada; ni siquiera su propio hijo sentía verdadero cariño por ella, reflexionó con amargura mientras observaba al pequeño.

Este no es un niño normal, es un pequeño demonio sin corazón, concluyó para sus adentros. Su madre había fallecido y su primera preocupación no era la ausencia permanente ni el dolor de la pérdida, sino que ya no podría disfrutar de sus creaciones culinarias.

En su vida anterior seguramente fue un jabalí hambriento, pensó con desprecio.

-Me temo que esas galletas no están disponibles para comprar.

Estefanía contuvo su creciente indignación, manteniendo un tono cargado de desdén.

Desafortunadamente, Pablo no captó el subtexto emocional y continuó caminando con la cabeza erguida, rebosante de confianza infantil.

-¿Cómo puede creer eso? Mi papá es un empresario importantísimo. Somos extremadamente ricos, así que estas simples galletas no representan ningún gasto para nosotros.

Estefanía puso los ojos en blanco con fastidio mientras lo conducía hacia el ascensor.

Al ingresar finalmente a la residencia, Pablo dejó escapar un grito de genuino asombro.

-¡Increíble!

La espaciosa sala de estar estaba estratégicamente decorada con una impresionante colección de juguetes que Pablo adoraba, además de una generosa selección de sus golosinas y bebidas preferidas dispuestas en mesas bajas a su alcance.

Al contemplar la reacción extasiada del pequeño, una tenue sonrisa cargada de frialdad se dibujó en la comisura de los labios perfectamente delineados de Estefanía.

Las madres siempre conocen a la perfección a sus hijos, reflexionó con amargura. Cada elemento en aquella casa había sido minuciosamente seleccionado por Esme, quien comprendía a su hijo como nadie más podría hacerlo.

Qué lamentable que este pequeño desagradecido no muestre ni una pizca de aprecio por su propia madre, pensó mientras lo observaba correr por la sala.

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