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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 32

Capítulo 32

-¡Yo no tengo mamá! -gritó Pablo, su voz infantil cargada de un desprecio que resonaba en las paredes de la sala.

Estefanía se detuvo en seco, como si el suelo se hubiera abierto bajo sus pies.

-¿Qué dijiste? -preguntó, incrédula, con el corazón tambaleándose entre la sorpresa y la furia.

-Mi mamá es una mala mujer. Ya no quiere estar con papá ni conmigo, así que yo tampoco quiero tenerla como mamá.

El silencio se apoderó del aire por un instante, denso y punzante. Estefanía lo miró fijamente, buscando en sus ojos alguna señal de arrepentimiento, pero no la encontró.

-Pablo, ¿cómo puedes decir eso? Ella es tu madre -insistió, su voz temblando de indignación

contenida.

-No quiero que una mujer así sea mi mamá. ¡Quiero que Jaz sea mi mamá!

Dicho eso, Pablo corrió hacia Jazmín y se refugió en sus brazos, aferrándose a ella como si fuera un puerto seguro en medio de una tormenta.

Jazmín lo acogió con ternura, aunque en su rostro se dibujaba una mezcla de incomodidad y cariño. No era perfecta con él, pero sus gestos generosos los juguetes, las golosinas, las pequeñas atenciones- habían calado hondo en el corazón del niño.

Pablo ya lo decidió, pensó Jazmín, mientras lo apretaba suavemente contra sí. “En su mundo, eso es todo lo que importa.

Estefanía, inmóvil, contempló la escena con una incredulidad que le ardía en el pecho. De pronto, sintió que todo el esfuerzo que había puesto en esos regalos traídos desde tan lejos, horas de búsqueda, maletas llenas de ilusiones, se desvanecía como humo entre sus dedos.

-Pablo, ¿no tienes corazón? -dijo, su voz baja pero cargada de reproche-. Tu mamá estuvo al borde de la muerte tres veces para darte la vida. Arriesgó todo por ti.

-¡Bah! Yo no le pedí que me tuviera -replicó él, desafiante, con la mirada endurecida.

-¡Tú! -Estefanía alzó la voz, pero se contuvo, tragándose el grito que pugnaba por salir.

Jazmín, aún abrazando a Pablo, levantó la vista con una expresión de disculpa.

-Señorita Mena, no se enoje, por favor. Los niños dicen cosas sin pensar.

¿Sin pensar? Estefanía apretó los labios, conteniendo una réplica mordaz. Esmeralda había soportado un calvario para traer a este niño al mundo; ella lo había visto, lo había vivido a su lado. Años de sacrificios, de noches en vela, de renunciar a sus sueños por criar a Pablo. ¿Y todo para qué? Para que él, con esa crueldad infantil, la descartara como si no valiera nada.

Respiró hondo, buscando calma en el torbellino de sus emociones, y clavó los ojos en Valentín.

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Capitulo 32

-Si un niño dice algo así, no es por casualidad. Alguien tuvo que meterle esas ideas en la

cabeza.

-¿Qué estás insinuando, Estefanía? -respondió Valentín, frunciendo el ceño-. eres amiga de Esmeralda, así que habla con ella. Si esta familia todavía le importa, que vuelva de una vez. Estefanía soltó una risa seca, casi un bufido, mientras miraba a ese trío: el esposo indiferente, el hijo ingrato y la mujer de lágrimas fáciles. Sintió que el mundo entero se le venía encima, aplastándola con su peso.

-¡Esperen un momento! Mientras yo esté aquí, no pienso dejar que ella regrese a este desastre -espetó, con un filo de amargura en la voz.

Dio media vuelta y avanzó hacia la puerta, pero a medio camino se detuvo. Giró sobre sus talones, regresó con pasos firmes y recogió las bolsas de regalos que había traído.

¡Qué ilusa fui!, pensó, apretando las asas con fuerza. Mejor se lo doy a los perros que a esta gente.

Ya en el coche, con el rostro encendido de rabia, sacó el celular y marcó el número de Esmeralda. El tono sonó una y otra vez, pero nadie contestó.

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