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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 77

Capítulo 77

Esmeralda dejó escapar una risa suave, casi melancólica, mientras sus ojos brillaban con un destello de diversión.

-¿Algo así? -dijo, curvando apenas los labios, sin intención de ahondar en los secretos que Isaac guardaba tras su respuesta esquiva.

Con un movimiento grácil, se acercó a la cafetera, vertiendo el líquido oscuro y humeante en una taza. El aroma cálido llenó el aire, un eco silencioso de su voz al hablar.

-Las relaciones, y más aún el matrimonio, son como probar una bebida por primera vez. Solo al darle un sorbo descubres si te quema la lengua o te deja un frío vacío en el pecho.

Le tendió la taza a Isaac con cuidado, sus dedos rozando apenas los de él. Luego, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, continuó.

-Cuando me casé con Valentín, juro que me sentí la mujer más dichosa del planeta. Pensé que por fin tenía un hogar, un refugio. Ahora, todo eso no es más que una burla del destino.

Un suspiro profundo se le escapó, cargado de ecos del pasado, mientras sus manos se detenían un instante sobre la mesa.

-Por eso decidí borrar quien fui y renacer con un nuevo nombre. Esta vez, no espero que nadie me nada. Si no hay ilusiones, no hay heridas.

Más tarde, Isaac regresó con una Araceli que apenas abría los ojos, aún adormilada tras su siesta. La pequeña se aferraba a su mano, girando la cabeza a cada paso, como si dejar atrás la casa le arrancara un pedacito del corazón.

-Tía, ¿por qué no vives con mi tío, como mis papás? -preguntó con esa inocencia que desarma cualquier defensa.

Esmeralda se quedó muda por un instante, atrapada entre la ternura y la resignación. Sus ojos buscaron los de Isaac, que respondió con una calma serena.

-Tranquila, Araceli. La tía vendrá a visitarnos en unos días.

-Está bien, entonces. Adiós, tía -dijo la niña, agitando la mano con desgana mientras subía al coche.

Ya dentro del vehículo, Isaac notó cómo Araceli seguía mirando hacia la casa por la ventana, con los ojitos llenos de nostalgia. Sin poder evitarlo, acarició su cabello con suavidad.

-Araceli, ¿te agrada ella?

-¡Sí, muchísimo! -respondió ella, iluminándose al instante.

-¿Y por qué te gusta tanto?

La pequeña ladeó la cabeza, pensativa, y comenzó a contar con sus deditos regordetes.

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Capitulo 77

-Es que la tía es preciosa, habla con una voz dulce, cocina rico y siempre juega conmigo

De pronto, frunció el ceño, mirando sus manos con desconcierto.

-¡Ay, no! No me alcanzan los dedos para contar todo lo que me gusta de ella.

Las cejas de Isaac, siempre tan firmes y severas, se suavizaron en una curva rara vez vista. Tras un momento, habló con voz tranquila.

-Entonces, ¿te gustaría que la tía viviera en casa del tío?

-¡Claro que ! Si estuviera ahí, podría verla todos los días -exclamó Araceli, brincando en el asiento.

-Y también la abuela y la bisabuela la quieren un montón -añadió, asintiendo con

entusiasmo.

Isaac esbozó una sonrisa leve, casi imperceptible, y asintió.

-Entendido. El tío lo tomará en cuenta.

Esa noche, Estefanía llegó a casa de Esmeralda con una cena planeada y un ramo de flores

frescas entre las manos. Su sonrisa era un destello de luz al cruzar el umbral.

-Traje esto para darle un toque especial a tu hogar -dijo, ofreciendo las flores con un gesto

teatral.

Pero apenas dio un paso dentro, sus ojos se abrieron de par en par, recorriendo el espacio con

asombro.

-¡Dios mío, Esmeralda! Este lugar es una maravilla, ¿contrataste a un diseñador o qué?

Se acercó a una mesa, rozando con los dedos un juego de copas de cristal que relucían bajo la

luz.

-Estas copaslas vi en una exposición de arte. ¡Deben valer una fortuna!

Luego, se dejó caer en el sofá con un suspiro de placer.

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