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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 97

Capítulo 97

Esmeralda estaba a punto de responder cuando el rumor de una puerta al abrirse resonó desde el exterior.

Inmediatamente después, las risas cómplices de Jazmín y Margarita se colaron por el aire, llenando el espacio con su eco despreocupado.

Eugenia, al captar el sonido, se agitó aún más; bastó una mirada de Esmeralda para que todo cobrara sentido en su mente, clara como el cristal roto que aún resonaba en su memoria.

Mientras tanto, Margarita y Jazmín entraron sin reparar en Eugenia y alzaron la voz con

naturalidad.

-Eugenia, ¿dónde te metiste? Tráenos dos vasos de agua, por favor.

-Y anda preparando una cafetera con el café más fino que tengamos. Pronto llegarán visitas de peso a la casa.

Jazmín, con su tono desenfadado, avanzaba hacia el interior mientras hablaba, y al notar la puerta del dormitorio entreabierta, se encaminó hacia allí con paso ligero.

Al distinguir a Eugenia dentro, abrió la boca para decir algo, pero entonces sus ojos tropezaron con la figura de Esmeralda.

La curva de su sonrisa se deshizo poco a poco, como pétalos cayendo de una flor marchita, y tras un instante de asombro, recompuso una expresión amable.

-¿Esme? ¿Desde cuándo estás aquí? No recuerdo que Valentín me haya dicho nada.

Esmeralda cerró el armario con un movimiento sereno y la miró con frialdad.

-¿Volver a mi propia casa? ¿Ahora tengo que darte aviso especial a ti?

-Ay, no me malinterpretes, por favor.

Jazmín esbozó otra sonrisa, más forzada esta vez.

-Solo decía que, si hubiéramos sabido antes, nos habríamos organizado mejor para recibirte.

-¿Organizado para desalojar mi casa, tal vez? No hace falta tanto esfuerzo; puedes irte cuando quieras.

-Tú

Jazmín dejó caer la máscara de cortesía, y su rostro se tiñó de una mueca de desagrado.

-Esme, ¿cómo puedes soltar algo tan hiriente? Después de todo, Valentín y yo

-¿Qué son? ¿Amantes, quizá? Señorita Varela, en este país la poligamia no es un juego, ¿lo sabías?

Esmeralda terminó su frase y soltó una risa breve, casi cortante, cargada de sarcasmo.

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Capítulo 97

Sus palabras eran un dardo envenenado, una acusación que señalaba a Jazmín sin rodeos como la intrusa.

Margarita, alertada por el creciente alboroto, se acercó con paso firme y alcanzó a escuchar el último intercambio; su gesto se endureció al instante.

-¡Llegas y lo primero que haces es armar un escándalo!

-¿Escándalo? ¿Qué escándalo estoy armando yo?

Esmeralda, que antes habría esquivado el enfrentamiento con su suegra, ahora sostenía la mirada sin titubear.

El tiempo había afilado sus bordes, y ya no era la misma de antes.

-¿Que qué escándalo? Te esfumaste sin decir nada durante meses, y fue Jazmín quien mantuvo esta casa en pie. Mírate bien, que ni esposa ni madre pareces ya.

Esmeralda giró hacia el espejo con calma deliberada.

Su reflejo le devolvía una imagen distinta, más firme, más viva que la de un mes atrás.

-Pues yo me veo bastante bien.

Con una leve inclinación de cabeza y una sonrisa provocadora, se volvió hacia ellas, desafiante. Margarita sintió que la furia le trepaba por el pecho.

Solo pensar en cómo esta nuera había sido la raíz de sus molestias físicas por tanto tiempo la hacía arder por

dentro.

Por fortuna, pronto hallaría remedio a su malestar.

-Vámonos, Jaz, no gastemos saliva con ella. Ven, acompáñame por un café.

-Claro.

Jazmín asintió y tomó el brazo de Margarita con una soltura ensayada, dispuesta a retirarse.

-Un momento.

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