Libro 21 La vida fabulosa de Jay Capítulo: 25
Jay
Me sonrojé cuando Evan acarició mi mejilla y comentó que le gustaba poner una sonrisa en
mi rostro. ¿Así se sentía ser una chica?
No podía creer que recordara lo del kimono. Nunca había tenido una cita que me regalara algo que mencioné que quería. Hasta ahora, Evan realmente era mi cita soñada.
-¿Cuándo empiezan los lindos bailarines de hula? Sabes que dicen que las caderas no mienten y me gusta ver a esos chicos musculosos de hula moverlas -me reí.
-Ahh, ¿así que te gustan los hawaianos musculosos? -Evan bromeó.
-¿Bien formados, tatuajes tribales y que pueden moverse? Dime que eso no es sexy–le
pregunté.
-Touché -Evan se rio.
Se sirvió el postre y tomé mi cuchara para probar aquel volcán de chocolate.
-Aquí, permíteme -dijo Evan mientras tomaba una cuchara, recogía un poco y me la ofrecía.
Puse mis labios en la cuchara que él sostenía, saboreando el delicioso postre en mi boca.
-Vaya, eso está delicioso–comenté, sonrojándome. Fue lindo que Evan me diera de comer el
postre.
Evan tomó la cuchara y se sirvió un poco para él.
-Está bueno. Creo que sé una forma de que sepa mejor -murmuró.
-¿Crema batida? -pregunté.
Evan sonrió y negó con la cabeza. Tomó un poco más en la cuchara y me la ofreció de nuevo.
Puse mis labios en la cuchara y, tan pronto como la solté, sus labios se encontraron con los
míos. Su lengua saboreó el chocolate en mi boca.
Retiró sus labios y murmuró:
-Sí, sabe mejor así.
-¿En serio me hiciste esa vieja jugada? -me reí.
-¿Te gustó? -soltó, divertido.
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Libro 21 La vida fabulosa de Jay…
-Hmm, déjame ver -dije, acercando la cuchara con el postre a sus labios. Tomó el bocado de
la cuchara y me incliné para besarlo.
-Mmmm, sí, mucho mejor así -susurré después de apartar mis labios de los suyos.
Evan
Jay disfrutaba el postre. Me encantaba cómo se iluminaban sus ojos cuando sonreía. La cita
iba bien, me alegraba haber decidido venir a este luau con él.
Las luces comenzaron a atenuarse y los bailarines salieron para iniciar el espectáculo.
Acerqué mi silla a la de Jay mientras observábamos el show. En un momento, puse
casualmente mi mano en su muslo. Jay me miró, sonrió y tomó mi mano, envolviéndola con la suya para que estuviéramos tomados de la mano.
Jay estaba adorable mientras veía a los bailarines hawaianos y a los tragafuegos. Se
emocionaba como un niño en una tienda de dulces.
Después de que terminó el espectáculo, salimos tomados de la mano mientras esperábamos
que el valet trajera mi auto. Cuando lo trajo, abrí la puerta para Jay, quien sonrió antes de
subirse.
Cuando me senté en el asiento delantero y comencé a conducir, Jay suspiró y comentó:
-Definitivamente eres mi Waterloo.
-¿Soy tu qué? -me reí.
-La canción de ABBA, solo escúchala y entenderás -respondió.
Llegamos a su condominio y nos quedamos sentados en el auto.
-Realmente disfruté nuestra cita esta noche -le dije.
-Yo también. Me gustó que fueras un caballero conmigo. Ahora entiendo por qué a las
chicas les gusta eso, me hizo sentir especial -admitió.
-Eres especial, Jay–afirmé, inclinándome para besarlo.
Él comenzó a besarme de nuevo. Succionó mi labio inferior, haciendo que me apretara en los
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