Capítulo 175
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El rostro de Alberto, ya sombrío, se oscureció aún más al ver que ella luchaba con fuerza. Doblaba las rodillas y, con sus suaves y blancas rodillas, empujaba su cintura, intentando alejarlo. Su expresión era tan oscura que parecía que pudiera chorrear agua.
-¡Odalio, vi a alguien corriendo hacia aquí hace un momento!
Odalio ya había llegado con su gente.
Alberto conocía a Odalio, un hombre del bajo mundo, el segundo al mando, conocido por su brutalidad. Sus manos estaban manchadas de sangre. Había venido aquí a tener un romance clandestino, pero Raquel lo había sorprendido.
Odalio no dejaría que Raquel saliera de allí con vida.
En el mundo criminal existen reglas: los caminos del crimen y la ley no deben cruzarse. Alberto no quería que esto causara un escándalo aquí.
En ese momento, Odalio y sus guardaespaldas llegaron corriendo. —¡Odalio, son ellos!
Alberto miró hacia abajo y besó con fuerza los labios rojos de Raquel.
Raquel ya había escuchado que Odalio estaba cerca. Justo en ese instante, todo se oscureció para ella y fue arrasada por el beso de Alberto, quien la besaba con furia y violencia.
Como si estuviera desahogando alguna mala emoción, mordisqueándola.
Sus pequeñas manos intentaron empujarlo para apartarse, pero Alberto susurró, amenazante: -¿Quieres morir?
No quería morir.
Pero tampoco quería estar en esa situación con él. -Me duele… me estás lastimando…
Dijo, frunciendo el ceño con fuerza, su pequeño rostro contorsionado en una expresión de incomodidad. Se veía tan vulnerable y delicada, tan frágil, como una niña consentida cuando
estaba con él.
Alberto volvió a besarla, pero esta vez suavizó el beso, cuidando de no hacerle daño, besándola
con ternura.
Sus manos, que antes estaban presionadas contra su pecho, comenzaron a relajarse y se
aferraron a la tela de su camisa.
Su obediencia y sumisión hicieron que Alberto la abrazara con fuerza, sosteniéndola en sus
brazos mientras la besaba.
Capitulo 175
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Había una roca grande cerca, justo en el lugar donde el cuerpo delicado de Raquel estaba oculto, lo que impedía que Odalio y los guardaespaldas pudieran verla, solo alcanzaban a ver la mitad del cuerpo fuerte y atractivo de Alberto.
Odalio, al reconocerlo de inmediato, se detuvo al instante. ¿No es ese el presidente Alberto, el magnate de Solarena?
Odalio levantó la mano para detener a los guardaespaldas. -No son ellos, ese es el presidente Alberto.
Les dijo, mientras una sonrisa maliciosa se formaba en su rostro. -No me esperaba ver al presidente Alberto aquí, disfrutando de un romance.
Odalio no podía ver a Raquel, pero sí podía distinguir su brazo delicado, de piel tan fina y suave como el hielo, lo que le causaba una excitación inmediata.
Una mujer que puede atraer la atención de Alberto… sin duda es especial.
Odalio, con una mirada lujuriosa, casi no podía esperar para ver el rostro de Raquel.
Uno de los guardaespaldas, que también había notado algo raro, dijo: -Odalio, esa persona seguramente fue hacia allá. ¡Debemos ir tras él!
-Vamos.
Respondió Odalio, antes de alejarse con sus hombres.
Raquel, al escuchar el sonido de sus pasos alejándose, suspiró aliviada y empujó a Alberto con fuerza. Se han ido.
–
Alberto levantó la boca de ella, alejándose de sus labios rojos. -¿Así que ahora me empujas, Raquel? ¿Acaso eres tan pragmática?
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