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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 426

Capítulo 426

-Alberto, ¡he llamado a Ana!

Cuando Luis manifestó su arrogancia al llamar, Raquel decidió contactar a Ana para que presenciara el comportamiento de él.

En efecto, el hombre que la abordaba se detuvo, y Alberto la observó desde arriba con aire de superioridad.

Raquel sonrió con desdén, consciente del impacto del nombre de Ana. -Alberto, abandona mi casa ahora o me veré obligada a informar a Ana de tu acoso sexual esta noche. Aunque Ana no actúe, podría impedirte actuar.

La intensidad en la mirada de Alberto era palpable, su voz era ronca. -Raquel, ¿qué sucede contigo?

Raquel se sorprendió, estaba hablando de Ana, ¿cómo podía preguntar eso?

¿Qué sucede?

Alberto se inclinó y besó su pálida oreja suavemente. -Raquel, algo se te ha escapado.

¿Escapado qué?

De repente, Raquel se dio cuenta de algo, su cuerpo había experimentado cambios desde que quedó embarazada, sus senos estaban más sensibles y la noche anterior había segregado un líquido blanco.

La mente de Raquel se inundó de pensamientos y rápidamente extendió su mano para empujar a Alberto. —¡Apártate!

Alberto sostuvo su delicada mandíbula y la besó de nuevo.

La besó con fervor y pasión, como un torbellino que todo lo consume, y luego continuó

descendiendo.

El rostro de Raquel se tiñó de un rojo brillante, similar al de un camarón cocido, y sintió la musculatura de él, excitándose como nunca.

Alberto, ese hombre maduro, parecía saberlo todo.

-¡Alberto, suéltame, eres un pervertido! ¡De verdad llamé a Ana!

Raquel abrió WhatsApp, contactó a Ana y realizó una videollamada directamente.

Los sonidos ya eran audibles. —¡Alberto, es una videollamada, detente ya!

En ese instante, la videollamada se conectó y el hermoso rostro de Ana apareció en la cámara.

Capítulo 426

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En ese momento, Ana se encontraba en el hospital, su corazón la había llevado a ingresar.

María estaba con ella, hablando sobre Raquel.

El corazón de Raquel podría salvar vidas, y Ana estaba decidida. –Mamá, quiero el corazón de Raquel.

María sonrió.-Anita, tranquila, el jefe Alberto te adora, seguramente encontrará una manera.

Mientras hablaban de Raquel, ella sorprendentemente realizó una videollamada.

Ana sonrió con labios rojos. —Raquel, qué curioso que me hagas una videollamada, ¿qué ocurre? ¿Vas a donar tu corazón voluntariamente? Después de todo, aunque no quieras, Alberto conseguirá que lo desees. ¡Alberto me salvará!

María le pasó una manzana a Ana. -Raquelita, los inteligentes se adaptan a los cambios. Sería

mejor que aceptaras.

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