Capítulo 487
Los médicos con rapidez rompieron las tapas de varios pequeños frascos de medicina, y luego, tomando una larga jeringa, comenzaron a aspirar el líquido. Un médico dijo, Apúrese inyecte anestesia al paciente, luego comience el aborto.
¿Un aborto?
Después de ser atacada en casa de Laura, Raquel supo que estas personas venían por ella, y más específicamente, por el niño que llevaba dentro de su vientre.
Raquel intentó moverse con todas sus fuerzas, pero se sentía completamente débil, el feroz golpe que había recibido en la nuca había sido demasiado doloroso, no podía hacer fuerza.
Una enfermera preguntó concierta curiosidad, doctor, ¿y los familiares de esta paciente dónde están? Ella va a tener una cirugía de aborto, ¿cómo es que no hay familiares con ella?
El médico respondió con precisión, -aún no lo sabes, el esposo de la paciente es el jefe Alberto, pero el jefe Alberto no vendrá, él ya llamo hace un momento, nos ordenó proceder enseguida con la cirugía y eliminar al niño que lleva dentro.
Otro médico miró a Raquel con lástima y dijo, -de todas las personas que podrías haber ofendido, tenías que
ofender precisamente al jefe Alberto y a la señorita Ana, todo el mundo sabe que la señorita Ana es la amante del jefe Alberto, y ofendiste justo a la señorita Ana, déjame decirte, todo esto fue organizado por el jefe Alberto, primero envió a alguien a casa de tu amiga, te atrajeron allí y luego te trajeron a la mesa de operaciones para realizarte un aborto directamente.
Raquel yacía en la fría mesa de operaciones, sintiéndose como si la hubieran empujado a un abismo profundo, ¿Alberto, por qué eres tan cruel?
Raquel sabía que Alberto haría cualquier cosa por Ana, pero él había superado una vez más las expectativas que ella tenía sobre él.
Si fuera posible, preferiría nunca haberlo conocido.
Raquel se movió inquieta, colocando su mano sobre su plano vientre, aquí estaba su bebé.
Capitulo 487
Esto no podía estar sucediendo.
Ella no podía permitir que estas personas lastimaran a su bebé.
De ninguna manera.
En ese momento, el médico junto a ella dijo, vamos, administrele la anestesia, tenemos que comenzar pronto la cirugía de aborto, el jefe Alberto está esperando que nos reportemos.
El médico se acercó a Raquel, con su larga aguja que se extendía hacia su brazo.
Con todas sus fuerzas, Raquel pensó, no, no puede ser, no lastimen a mi hijo.
Raquel luchó y logró levantarse, saltó como ciervo de la mesa de operaciones y corrió a toda prisa hacia la puerta.
Ella no podía permitir que estas personas lastimaran a su hijo, solo necesitaba abrir esa maldita puerta para poder pedir ayuda.
Raquel corrió enloquecida hacia la puerta, estaba cada vez más cerca, casi a salvo.
La mano de Raquel tocó la manija de la puerta, intentando abrirla.
Pero en ese preciso momento, un médico corrió hacia ella, la agarró y la manó de Raquel se soltó de la manija, viendo horrorizada cómo la arrastraban de vuelta.
-¡Suéltenme, no lastimen a mi hijo!— Raquel luchó como pudo con todas sus fuerzas.
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